Vox toma la delantera en el cinturón industrial de Tarragona y en la damnificada franja costera

“Se ha votado al partido de Abascal porque se tiene la sensación que la Generalitat y el Estado no solucionan nada”, aseguran los vecinos de La Pobla de Mafumet

Cartel de entrada a La Pobla de Mafumet (Tarragona), donde Vox venció en las elecciones del 14-F. Josep Lluis sellart
La Pobla de Mafumet (Tarragona) -

La Pobla de Mafumet lleva colgada la etiqueta de Territorio Vox desde hace una semana. La ahora cuarta fuerza en el Parlament (217.000 votos, 7,6% del total), fue la lista más votada en este municipio pegado a Tarragona que cada día duplica su población, 4.000 residentes, por el trajín de trabajadores que atraen las fábricas de su polígono petroquímico, el más activo del sur de Europa. “Este es un pueblo rico y hay trabajo porque están Reps...

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La Pobla de Mafumet lleva colgada la etiqueta de Territorio Vox desde hace una semana. La ahora cuarta fuerza en el Parlament (217.000 votos, 7,6% del total), fue la lista más votada en este municipio pegado a Tarragona que cada día duplica su población, 4.000 residentes, por el trajín de trabajadores que atraen las fábricas de su polígono petroquímico, el más activo del sur de Europa. “Este es un pueblo rico y hay trabajo porque están Repsol, Dow Chemical, Messer, Carburos y varias empresas que pagan salarios por encima de la media”, explica Josep Maria Gasol, jubilado. Fue operario en una planta química durante casi cuatro décadas. “Aquí Cáritas no funciona, es el ayuntamiento quien sirve vales de comida para la gente que lo necesita”, abunda.

Hay subvenciones municipales para los libros escolares, y a los universitarios se les conceden ayudas para pagar la matrícula, los desplazamientos e incluso las estancias en el extranjero del programa Erasmus. Y si se quiere hacer ejercicio en el complejo polideportivo, con acceso a piscina climatizada, basta un abono 16,50 euros.

“La situación económica actual seguro que no ha afectado a La Pobla porque los recursos del Ayuntamiento vienen de las químicas, y las empresas pagamos el IBI y el IAE, haya crisis o no”, manifiesta Josep Bertrán, director corporativo de Repsol en Tarragona. En la refinería de la empresa y en sus instalaciones químicas trabajan más de 3.000 personas.

En semejante clima de desahogo económico, ¿qué factores han podido impulsar a Vox?

“Solo fue por un voto”, se repite en las calles de La Pobla cuando se introduce en una conversación el triunfo que logró el pasado 14-F el partido de Santiago Abascal. Vox obtuvo en la provincia de Tarragona su mejor resultado, con el 9,4% del total de los votos. En toda Cataluña solo hay otro pueblo donde ganó la ultraderecha: Vilamalla, en el Empordà gerundense.

En La Pobla gobierna Joan Maria Sardà desde hace más de 25 años. En las últimas municipales sacó el 70% de los votos y su carisma es tan sólido que compitió con su propia marca: Units amb Sardà. Antiguo militante de Unió Democràtica, se pone de perfil ante las reivindicaciones independentistas y administra sin aprietos el presupuesto municipal. “Si Vox se presenta en unas municipales no saca ni la mitad de votos”, asegura el jubilado Josep Maria Gasol. “Se ha votado a Vox porque se tiene la sensación que la Generalitat y el Estado no solucionan nada y hay enfado”, añade. “Creo que lo que valora la gente de La Pobla son los recursos municipales y si se tiene opinión formada de alguien, es del alcalde”, opina Josep Bertrán. “Aquí no hay ideología”, sustenta Gasol. Sin embargo, el pinchazo de Ciutadans (800 votos menos) ha propulsado a Vox.

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Fenómeno muy similar se ha producido en Salou y Vila-seca, apenas a una decena de kilómetros de La Pobla. En ambos municipios, Vox ha sido la segunda opción más votada, solo por detrás del PSC. “En los actos de campaña que realizaron apenas tuvieron gente”, indica Pere Segura, alcalde de Vila-seca. “Creo que la causa no hay que buscarla en si hicieron o no buena campaña, sino más bien en que la papeleta de Vox sirve para expresar el rechazo a todo”, indica. “No hay más análisis de fondo. Es un voto de castigo de un determinado electorado que, entre quedarse en casa o ir a votar, vota al partido de la ira”, razona. “En 2017 Ciudadanos sacó aquí 5.500 votos, porque era la papeleta del no a la independencia y, en cambio, ahora ha habido un segmento importante de electorado que ha querido expresar su rechazo a una determinada manera de hacer política”. Pese a ello, Pere Segura avisa que “Vox no aporta soluciones, va directo a la entraña”.

En 2017, Ciudadanos sumó el 47,5% de apoyos en Vila-seca y ahora representa un 10%. Un batacazo casi idéntico lo ha sufrido en Salou. El municipio costero atraviesa una fuerte crisis social y económica con la debacle turística que ha causado la pandemia. En las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019, Vox logró en Cataluña 243.640 votos, el 6,3% del total.

Juan Antonio Duro es el director de la cátedra de Economía Local y Regional de la Universitat Rovira i Virgili (URV). “Desde el punto de vista económico no le veo una explicación”, señala, con respecto a la incidencia que pueda tener la anemia de la economía de la Costa Daurada en la hinchazón de la ultraderecha. “Hay zonas que también dependen mucho del turismo, que han quedado tocadas y el resultado electoral ha sido bien distinto”, observa. “Hace falta buscar otras variables ajenas al programa económico, porque se han difundido bien pocos elementos de sus propuestas económicas”, apunta en relación con el ideario de Vox.

El politólogo Lluís Orriols pone de relieve que “si hay algo que determina el voto en Cataluña, es la lengua”. Analiza que Vox en Cataluña, a diferencia de lo que puede pasar en otras comunidades, ha sido capaz de penetrar en “la comunidad obrera y en antiguos votantes socialdemócratas, porque es el voto que combate la identidad catalana de los independentistas”.

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