La operación Illa tensa el pacto con ERC
La Moncloa ha apostado fuerte, pero afronta el riesgo de una pérdida de apoyos. Si los republicanos quedan terceros, cualquier acuerdo se vería afectado
El PSOE y el PSC están eufóricos. La irrupción del efecto Illa ha devuelto a un partido histórico en Cataluña, que ha gobernado dos veces la Generalitat, el sueño de volver a ser la primera formación al menos en votos —en escaños es muy complicado por la sobrerrepresentación de las provincias menos pobladas y más independentistas—. Todo es entusiasmo en el PSOE y en La Moncloa ahora que se da por hecho que las elecciones serán el 14 de febrero, c...
El PSOE y el PSC están eufóricos. La irrupción del efecto Illa ha devuelto a un partido histórico en Cataluña, que ha gobernado dos veces la Generalitat, el sueño de volver a ser la primera formación al menos en votos —en escaños es muy complicado por la sobrerrepresentación de las provincias menos pobladas y más independentistas—. Todo es entusiasmo en el PSOE y en La Moncloa ahora que se da por hecho que las elecciones serán el 14 de febrero, como quería el Ejecutivo y como van asumiendo todos los partidos catalanes. Sin embargo, varios ministros y dirigentes veteranos admiten que esta operación tiene un riesgo importante: ha deteriorado ya la relación con ERC, socio fundamental —con ellos sacó Pedro Sánchez los Presupuestos mientras Ciudadanos se quedó fuera— y amenaza con abrir paso a una ruptura de ese clima de diálogo que se había instalado entre el Gobierno y la Generalitat de Pere Aragonès.
El escenario ha dado un giro absoluto. En el guion de La Moncloa y de Oriol Junqueras, líder de ERC, estaba que su grupo se haría con la primacía del independentismo y el PSC, con Miquel Iceta, tendría un buen resultado, pero como tercer partido. Con el efecto Illa que ha provocado la candidatura del ministro de Sanidad, sumado a una inesperada recuperación de Junts, el PSC podría ser primero y ERC podría incluso ser tercero. En ese escenario, que los de Junqueras no quieren ni imaginar, ERC podría caerse de nuevo de la mayoría. “Si somos terceros, el proyecto de acercamiento y diálogo habrá fracasado en las urnas”, admiten fuentes de este partido. Los ministros consultados admiten este riesgo, aunque confían en que ERC entienda que no hay más opción que el diálogo. Y sobre todo se justifican: “¿Qué esperaban, que no intentemos ganar las elecciones? Eso no se le puede pedir a ningún partido. Para eso nos retiramos”, resume un miembro del Ejecutivo.
Una fuente de ERC próxima a Oriol Junqueras considera que el riesgo de escisión dentro de su formación por su colaboración con el PSOE es mínimo pese a la operación Illa. Pero también alerta de que la paciencia de su partido tiene un límite. Y fija una fecha aproximada: “Si los indultos de los presos del procés no llegan antes del verano será difícil mantener la actual colaboración”. En el Gobierno tienen claro que esos indultos están encima de la mesa y llegarán después de las catalanas, por eso creen que no habrá ruptura, pero admiten que la relación con ERC ahora se ha complicado mucho por la operación Illa.
Otro de los elementos que suponen un riesgo para la estabilidad del Gobierno tras las catalanas es la posibilidad de un fiasco de Catalunya en Comú Podem, los llamados comunes, que debilitaría la posición de Pablo Iglesias después de los fracasos en Galicia y el País Vasco. Fuentes de este grupo señalan que en ningún caso será una debacle como en estas comunidades. Pero la incógnita está abierta y tanto los comunes como Iglesias se van a volcar para impedir el fiasco. Las catalanas pueden pues marcar un periodo de estabilidad en el Ejecutivo, si todos salen ganando, o profundizar las tensiones. La Moncloa ha jugado fuerte para ganar en Cataluña, a pesar de que es muy difícil que Illa pueda gobernar porque el independentismo se unirá contra él, y asume el riesgo que lleva precisamente el éxito de su operación por el bien superior de volver a ser el primer partido en una comunidad decisiva.
La batalla contra Illa ya está declarada en cualquier caso en el independentismo, que dibuja un escenario con una suerte de complot de los poderes del Estado para echar de la Generalitat a las fuerzas secesionistas. Dibujan al ministro, que dejará de serlo esta semana, como el ariete de una operación apoyada por la Fiscalía y por los jueces que han frenado el aplazamiento electoral.
Con más o menos énfasis se han sumado a esta tesis tanto Junts per Catalunya como ERC. El presidente en funciones y candidato de ERC, Pere Aragonès, afirmó el sábado que los catalanes están “ante una operación de Estado para intentar que las elecciones tengan por objetivo la derrota del independentismo”. Y es que, hasta la irrupción de Illa, los secesionistas daban por descontada la victoria y solo estaba en cuestión si el Govern lo encabezaría ERC, favorita en las encuestas, o los posconvergentes de Junts.
ERC vive especialmente mal la actual situación, ya que la amenaza le llega del partido, el PSOE, con el que los republicanos han alcanzado importantes acuerdos en el Congreso. De ahí que ERC tenga que lidiar ahora con los reproches por haber recibido una puñalada a traición de los que han sido sus socios en el Congreso. No todos los sectores del partido lo viven tan mal, pero el riesgo de que un enfado de las bases fuerce un giro del partido hacia posiciones más duras está ahí.
El periodista e historiador Manel Lucas, autor de Breve historia de Esquerra, recuerda que el partido “siempre ha sufrido escisiones cuando las cosas han ido mal” y que el riesgo de inestabilidad sigue allí porque “ERC tradicionalmente ha sido un partido fratricida”. Pese al malestar con los socialistas, Lucas ve al partido “con gente como Joan Tardà o Gabriel Rufián dispuestos a seguir pactando con el PSOE, pero esto no es unánime, ya que ERC tiene también un alma menos urbana, que tiene otros intereses”.
Otras voces relevantes del partido se muestran más partidarias de mantener la mano tendida al PSOE pase lo que pase. Es el caso del exdiputado Joan Tardà, que ya no está en la dirección, pero sigue teniendo una gran influencia. “La estrategia de mantener marcos de diálogo está muy consolidada en el partido, pues el principio de realidad nos dice que cualquier gran avance para Cataluña no será posible sin acuerdos entre el independentismo y partidos como el PSC”, señala.
La batalla será breve y atípica, en plena tercera ola de la pandemia, pero durísima. ERC incluso lanza la idea de que Illa podría querer ser investido con los votos de Vox, algo difícil de imaginar. Hasta el 14 de febrero, es un todos contra todos, también entre los socios de PSOE y Unidas Podemos. Esa noche se verá si las elecciones cambian el panorama catalán, refuerzan al Ejecutivo o abren más frentes de inestabilidad.