Un discurso 38 veces incluyente
Cuando el debate político se llena de “vosotros” y “nosotros”, en la intervención del Rey se aprecia una insistencia en el uso de adjetivos y pronombres que incluyan a toda la sociedad
Un discurso del Rey se puede analizar con distintas miradas. En primer lugar, el contenido político, que se aborda ya en otros textos de este periódico. En segundo plano, sus aspectos formales: la redacción, la construcción de las frases, la riqueza léxica; que puede constituir un interesante ejercicio y servir para el análisis de texto en las escuelas. Y, en una tercera aproximación, cabe analizarlo con la voluntad de mirar dentro de algunas palabras, reto que asumimos en este artículo.
Cuando el debate políti...
Un discurso del Rey se puede analizar con distintas miradas. En primer lugar, el contenido político, que se aborda ya en otros textos de este periódico. En segundo plano, sus aspectos formales: la redacción, la construcción de las frases, la riqueza léxica; que puede constituir un interesante ejercicio y servir para el análisis de texto en las escuelas. Y, en una tercera aproximación, cabe analizarlo con la voluntad de mirar dentro de algunas palabras, reto que asumimos en este artículo.
Cuando el debate político se llena de “vosotros” y “nosotros”, de pronombres que separan, en el discurso del Rey se aprecia una insistencia notable en el uso de adjetivos y pronombres que incluyan a toda la sociedad; y que suelen estar ausentes (al menos con esa acepción) de los discursos partidistas.
El “nosotros” de los nacionalistas suele referirse al pueblo de su comunidad autónoma (incluidos quienes no les votan, a los que incluyen abusivamente en sus propias posiciones), y se opone a un “ellos” o “vosotros” ajeno a esa comunidad; el “nosotros” de izquierdistas y conservadores abarca generalmente a sus grupos parlamentarios o a sus votantes. El “nosotros” del Rey intenta sin embargo reunir a todos los españoles, en contextos que evaden la división ideológica: “Tenemos que afrontar el futuro con determinación y seguridad en nosotros mismos” (…), “un gran objetivo nacional (…) nos obliga a todos; con nosotros mismos, con los demás y con nuestro país”.
Esas dos veces aparece en el discurso “nosotros” con tal intención (al juicio de los españoles quedará decidir si lo aceptan así o no). Pero los posesivos “nuestros”, “nuestras”, “nuestro” y “nuestra” se mencionan 38 veces en todo el texto, de 1.697 palabras. Una frecuencia muy alta.
Tras ellos se adivina una voluntad incluyente, abarcadora. Una apelación emocional a sentirse parte del grupo. Asunto distinto es si eso conectará con más o menos personas, pero la intención se aprecia con claridad.
He aquí algunos ejemplos: “Un recuerdo que llena de sentimientos muy profundos nuestros corazones”. “El virus (…) ha alterado nuestra manera de vivir y trabajar, y ha afectado gravemente a nuestra economía”. “(…) Confianza en nuestro país y en nuestro modelo de convivencia democrática”. “(…) Desbordamiento en algunos de nuestros hospitales”. “Les pedimos que sigan cuidando de nuestra salud”. “Las personas y las familias deben ser nuestra preocupación fundamental”. “Especialmente nuestros jóvenes”. “Nuestra juventud merece tener la formación más adecuada”. “Y contamos sobre todo con nuestro sistema de convivencia democrática”. “Necesitamos también preservar los valores éticos que están en las raíces de nuestra sociedad”.
Y se abre paso, entre esos 38 posesivos que desean incluir a todos los ciudadanos, uno que concierne a unos pocos: la clase política. Dice así: “Ya en 2014, en mi proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas. Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares”. Ahí el Rey parece referirse a sí mismo y a quienes desempeñan una función pública. Y a su familia. Ese “nuestras conductas” habla en realidad de la suya.
Esta idea que se aleja de los demás posesivos queda reforzada con el “vosotros” final: “(…) Mi compromiso con todos vosotros, con España”. Y ahí España se convierte ya en los “otros”, el público separado respecto de quien habla; el patio de butacas que puede sentirse incluido en los demás posesivos (porque comparte la propiedad de los nombres que los acompañan) pero que se apresta a juzgar con severidad cualquier tibieza de quien burle o haya burlado la confianza ciudadana, y también la de quien peque por omisión. Ese “vosotros” tal vez muestra la conciencia de quien se imagina en el escenario, bajo la lupa.