Un mes atrapados entre fronteras indias

Las autoridades consulares coordinan el transporte de turistas desde los Estados más inaccesibles del noreste, mientras que otro centenar de españoles sigue varado en el país

Bombay -
Yesenia, con camiseta verde, es una enfermera canaria varada en India.

“Espera que parece que hay un puesto de plátanos”, interrumpía Pablo Fernández García, al otro lado del teléfono, para hablar con su conductor. “Llevo un mes sin probar fruta”, se excusaba este ciclista asturiano de 43 años. Desde que hace un mes llegó a Moreh, el puesto fronterizo de India con Myanmar, en el estado oriental de Manipur, Fernández ha pasado una auténtica odisea.

Al cierre de la frontera con la antigua Birmania por la pandemia, le siguió la toma por parte de un escuadrón indio de la ciudad limítrofe -donde opera la insurgencia local- y su traslado a diferentes hospicios p...

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“Espera que parece que hay un puesto de plátanos”, interrumpía Pablo Fernández García, al otro lado del teléfono, para hablar con su conductor. “Llevo un mes sin probar fruta”, se excusaba este ciclista asturiano de 43 años. Desde que hace un mes llegó a Moreh, el puesto fronterizo de India con Myanmar, en el estado oriental de Manipur, Fernández ha pasado una auténtica odisea.

Al cierre de la frontera con la antigua Birmania por la pandemia, le siguió la toma por parte de un escuadrón indio de la ciudad limítrofe -donde opera la insurgencia local- y su traslado a diferentes hospicios para cumplir cuarentenas supervisadas por fuerzas militares. “No habríamos podido salir de allí de no ser por la intervención de la embajada”, explicaba en nombre de otros tres franceses y un italiano que consiguieron permiso para viajar por India. Las fronteras interestatales siguen selladas –salvo para el transporte de bienes esenciales– desde que comenzó hace más de tres semanas el confinamiento de sus 1.300 millones de habitantes para evitar la expansión de la covid-19.

“Estoy deseando llegar a Delhi, aunque nos esperan unos días en Siliguri”, dice Fernández, quien dormía el lunes en esa ciudad-corredor de Bengala Occidental que conecta la mayor parte del territorio indio con sus Estados nororientales entre Bangladés y Bután y Myanmar. Ahí esperan recoger a otra pareja de españoles, que quedó varada en el conocido enclave de Darjeeling, para emprender el viaje en el autobús coordinado por las autoridades consulares recogiendo después a más españoles y europeos en otras ciudades del norte del país hasta finalizar el viaje en la capital india. “No llegamos al vuelo de mañana [por el martes], pero esperaremos en el Instituto Cervantes al próximo”, explicaba. Tras días cerrado para desinfectar sus instalaciones, el centro cultural español de Nueva Delhi volvió a acoger a turistas varados en India. Desde allí, 20 españoles tomaron un vuelo de evacuación holandés de KLM en la madrugada del lunes al martes, hora local, a Amsterdam. Desde allí regresarían a España.

Alrededor de otro centenar de españoles, como Fernández, permanecen en diferentes puntos de la vasta geografía del país asiático. Es el caso de la también ciclista Yesenia Herrera, de 32 años, que vio truncado hace un mes sus tres años de viaje en bicicleta en el también Estado del noreste de Tripura, a su regreso de Bangladés. “Estaba mal porque veía que la situación empeoraba en España y sentía que debía estar ayudando”, explica esta enfermera canaria. “Me ofrecieron tramitar los salvoconductos para cruzar los Estados indios, pero el transporte era de 600 euros. No me lo puedo costear sola y aquí no estoy mal” concluye Yesenia, que ha decidido aguardar a que las cosas vuelvan a la normalidad en India.

El primer ministro del país, Narendra Modi, ya ha anunciado la ampliación del confinamiento hasta el próximo 3 de mayo. El líder indio ha abierto la puerta a más restricciones en las zonas con mayor incidencia de la pandemia, así como la posibilidad de que regiones menos afectadas puedan reiniciar paulatinamente sus actividades económicas a partir del próximo 20 de abril.

“Me siento impotente porque querría estar ayudando en España. Es frustrante estar aquí aislado y sin saber si perderé mi trabajo”, explica por teléfono el también enfermero cántabro Andrés Martín Navarro, de voluntariado en India. “Nunca antes había sentido esta hostilidad desde que llegué por primera vez hace 20 años”. Su trabajo de ayuda a un servicio de urgencias en el Estado sureño indio de Tamil Nadu se paró con la declaración de la pandemia y el confinamiento del país. “Me enteré tarde del vuelo de repatriación de hace una semana. Así que estamos a la expectativa”, dice en referencia a otra docena de españoles que también sigue varada en el extremo sur de India a la espera de volver a casa.

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