Los botellones y las matanzas de cerdo no esquivan el confinamiento
La Guardia Civil denuncia a jóvenes por reunirse para hacer fiestas en cortijos y fincas alejadas de los núcleos urbanos
La Guardia Civil tiene un trabajo inesperado estos días dispersando reuniones no permitidas en cortijos y fincas. El estar a cierta distancia de pueblos y ciudades les parece a algunos razón suficiente para romper las normas de confinamiento y, ya de paso, la solidaridad con el resto de quienes sí respetan la reclusión ordenada contra la Covid-19. Pero tampoco en la lejanía se pueden hacer reuniones. En los últimos días, agentes de la Guardia Civil han denunciado más de una reunión fes...
La Guardia Civil tiene un trabajo inesperado estos días dispersando reuniones no permitidas en cortijos y fincas. El estar a cierta distancia de pueblos y ciudades les parece a algunos razón suficiente para romper las normas de confinamiento y, ya de paso, la solidaridad con el resto de quienes sí respetan la reclusión ordenada contra la Covid-19. Pero tampoco en la lejanía se pueden hacer reuniones. En los últimos días, agentes de la Guardia Civil han denunciado más de una reunión festiva en cortijos. En un pueblo de Sevilla, los agentes disolvieron una matanza festiva. En una localidad de Granada, una fiesta con baile y cerveza. Todas esas reuniones se han saltado con una multa para cada uno de los asistentes.
En un pueblo de Granada, en la comarca de Alhama, siete jóvenes decidieron el sábado pasado quedar en un cortijo a las afueras de la localidad para hacer una fiesta. Allí estuvieron bebiendo cerveza, bailando y mofándose de las medidas de confinamiento y restricción de movimientos decretadas con motivo de la crisis de la Covid-19. También lo grabaron y pusieron el video en circulación a través de WhatsApp. La grabación, con el hashtag “De cuarentena”, corrió y corrió hasta que llegó a la propia Guardia Civil.
Cuando llegaron los agentes encontraron a cinco jóvenes de entre 22 y 23 años reunidos en torno a una hoguera y bebiendo litronas. Cinco de los siete han sido ya denunciados y la Guardia Civil está ya cerca de dar con los dos que faltan, el que grabó y uno de los asistentes que abandonó la fiesta un minuto antes de la llegada de los agentes.
En Navas de la Concepción (Sevilla), en plena Sierra Morena sevillana, la celebración de una matanza, a media tarde, ha empañado el impecable trabajo de apoyo a la reclusión que estaban realizando sus 1.500 vecinos. Allí hay una residencia de ancianos y los más jóvenes, junto con los empleados municipales, se turnan para hacer la compra y ayudar a los más mayores. También las mujeres contribuyen a la solidaridad tejiendo mascarillas para las trabajadoras del centro.
Pero el jueves por la tarde, la Guardia Civil tuvo que acudir a la finca. Allí, se vieron obligados a dispersar a su dueño y a otros vecinos cuando se disponían a preparar la carne de cerdo que habían matado “sin portar ningún tipo de medida higiénico sanitaria dictada por las autoridades, y tampoco aportan documentación alguna que justificara su realización”, según la información facilitada por el Instituto Armado. Las diferentes partes de la carne del animal estaban ya perfectamente dispuestas sobre un paño blanco, listas para cocinar. Las entrañas estaban metidas en cubos de plástico para su conservación.
Los participantes se estaban tomando la matanza “como una fiesta” y no guardaban las distancias de precaución exigidas por la excepcionalidad de la pandemia del Covid-19. “El dueño de la finca no es del pueblo, aunque vive aquí y el resto son vecinos que estaban trabajando en obras del cortijo”, explica el alcalde de Las Navas de la Concepción, Andrés Barrera, a este diario. Todos fueron dispersados por los agentes y denunciados por incumplir con las medidas del real decreto que regula el estado de alarma.
“Aquí estamos extremando las medidas de seguridad porque la población es mayor y estas personas no solo se han puesto en riesgo ellas mismas, sino que han puesto en riesgo a toda la localidad”, señala el alcalde que ha censurado duramente el comportamiento de sus vecinos. “Desde el primer día nos hemos volcado por cumplir con el confinamiento y ayudar a las personas de la residencia y a nuestros ancianos”, recalca. “Fumigamos todos los días el pueblo con los camiones que nos ha dado la Diputación, elaboramos mascarillas para las trabajadoras de la residencia, nos cercioramos de que nos les falta de nada a nuestros mayores, un comportamiento ejemplar que se ha roto con este incidente”, lamenta el regidor.
La sierra se convierte en segunda residencia
Barrera también alerta de la llegada paulatina de ciudadanos de otras comunidades a los pueblos de Sierra Morena que tienen en ellos sus segundas residencias. “La Diputación ya ha alertado, pero desde aquí hago un llamamiento a esos vecinos para que actúen con responsabilidad, los necesitamos porque somos parte de la España vaciada, pero en estos momentos lo importante es nuestra seguridad”, advierte.