10 paisajes que inspiran un viaje a las islas Feroe
Hogar de mitos y leyendas, las islas Feroe han sido siempre inspiración para viajeros aventureros que buscan mucho más que un simple viaje. Su naturaleza indómita y salvaje es, posiblemente, una de las más bellas del mundo
Ubicadas en el reino de Dinamarca, en el Atlántico Norte, entre Islandia y Noruega, un archipiélago de 18 islas rocosas y volcánicas, las islas Feroe, son un destino no apto para cualquiera. Durante siglos este lugar se ha considerado remoto, inexplorado y lleno de mitos y leyendas, alimentadas durante siglos por forasteros y habitantes. Aunque aquí viven actualmente unas 50.000 personas, casi son el doble el número de ovejas (70.000 según los datos de la oficina de turismo).
Un dato que ya avanza algo muy importante: en las islas Feroe la biodiversidad es sumamente importante, es algo así como una partitura que roza la perfección y en la que intervienen desde aves —los frailecillos cuentan aquí con una base importante— hasta valles, montañas, ríos, volcanes, caballos salvajes, que cuentan con una raza propia en la que se está trabajando para evitar la extinción, ballenas, etcétera. Esto explica que las islas Feroe sean uno de los países líderes en el mundo en la producción de electricidad sostenible, ya que más del 50% de la electricidad del país procede de fuentes de energías renovables. Y el objetivo es que la electricidad del país provenga exclusivamente de energías renovables en 2030.
Este secreto de Europa, lejos de mantenerse disperso y desordenado —hay que tener en cuenta que tiene 80 nacionalidades diferentes—, conserva un carácter propio y único. Las 18 islas se dividen en seis regiones, cada una con características distintivas, lo que hace de las Feroe un lugar donde siempre hay algo nuevo por descubrir. En las islas del norte, como Viðoy, Borðoy, Kunoy, Kalsoy, Svínoy y Fugloy, encontrarás acantilados salvajes y escarpados y paisajes espectaculares. En Eysturoy, la segunda isla más grande, verás un terreno montañoso, incluido Slættaratindur, el pico más alto de las Feroe. La región central, Streymoy, alberga la capital más pequeña del mundo, Tórshavn. Este centro neurálgico es donde cobra vida la cultura feroesa, con acogedores cafés, lugares históricos y, en definitiva, la vida isleña.
Mientras, en el sur, hacia Suðuroy y Sandoy, las colinas onduladas y los cuentos antiguos se entrelazan con el paisaje, lo que lo convierte en el lugar perfecto para relajarse y explorar la historia. En el oeste, Vágar te sorprenderá con impresionantes fiordos y cascadas. Es también un lugar ideal para los observadores de aves marinas.
Lejos de parecer inaccesible, es un destino apto para viajar en cualquier momento del año, ya que la temperatura media durante el invierno es de 3 grados, una de las más altas entre los países nórdicos. Y lo es para todo tipo de viajeros, también familias (de hecho, la oferta turística es muy amplia en ese sentido). Además, se puede llegar en vuelo normal, hay cuatro aerolíneas que vuelan hasta aquí; sin escalas, se puede llegar desde Copenhague, París, Reikiavik, Londres, Edimburgo, Oslo, Bergen y desde varios destinos de América del Norte y Canadá vía Islandia. También hay vuelos estacionales desde lugares como Barcelona, las islas Canarias y Mallorca.
Si estás decidido a viajar a las islas Feroe, apúntate al próximo viaje que organiza EL PAÍS VIAJES la primavera de 2025. Del 26 de abril al 4 de mayo, un grupo de 16 viajeros se embarcará en una aventura única por el archipiélago con la compañía del guía excepcional, Paco Nadal, periodista y viajero inagotable. Con él, conocerán a fondo todos los secretos de este bellísimo lugar, incluidas algunas rutas de senderismo. A continuación, te presentamos 10 paisajes con los que te darán muchas ganas de ir haciendo las maletas.
Tórshavn
La capital de las Feroe, Tórshavn, tiene mucho encanto. Con 20.000 habitantes, esta ciudad con alma rural tiene espacio para todos y vive a un ritmo lento; casi siempre hay tiempo para un café viendo el trabajo de los barcos en el puerto y disfrutando la gastronomía feroesa, sorprendentemente deliciosa. Es también una capital contemporánea, con variedad cultural y de ocio. El casco antiguo es especialmente bonito; formado por Reyn y Undir Ryggi, es un pequeño barrio de casas de madera alquitranadas con ventanas de marcos blancos y techos verdes. La gente todavía considera estas casas del siglo XIV como su hogar. Es una extraña pero perfecta sintonía entre lo antiguo y lo moderno.
Tinganes
Tinganes es el núcleo histórico de la capital del país, Tórshavn, además de uno de los lugares de reunión parlamentaria más antiguos del mundo (se cree que podría haber sido en el 865 por primera vez). En este bello lugar, la mayoría de los edificios cuentan con techos de césped. ¿Sabías que son la sede del gobierno autónomo de las islas Feroe (Føroya Landssýri)?
Gjógv
En la isla de Eysturoy, aparece casi por sorpresa el pequeño pueblo de Gjógv, llamado así por un desfiladero de 200 metros que va desde el océano hasta el pueblo. Nominado por el Consejo Nórdico para el Premio de Naturaleza y Medio Ambiente en 2014, Gjógv tiene una ubicación idílica rodeado de paisajes montañosos. Con menos de 50 habitantes, que viven en antiguas cabañas de madera con techos verdes, cuenta con muchas rutas de senderismo que ofrecen vistas espectaculares del Atlántico Norte y las islas de alrededor.
Vestmannabjørgini
Una de las experiencias más recomendables para hacer en este destino es una visita a Vestmanna Bird Cliffs. Estos acantilados de 700 metros de altura y sus grutas son el hábitat de cientos de aves marinas, incluidos los frailecillos. En la antigüedad, los lugareños bajaban a buscar los huevos a los acantilados ya que se consideran un manjar. Se suele recorrer en unas dos horas.
Trøllkonufingur
Trøllkonufingur es conocido como el sendero de los dedos de las brujas. Es de fácil acceso y ofrece una caminata corta y agradable, de unos tres kilómetros. Al final del camino se puede ver Trøllkonufingur (el dedo de la bruja o el dedo de la mujer troll), un monolito de 313 metros de altura sobre el mar. Según una leyenda folclórica, una bruja llegó a las islas Feroe con la intención de arrojarlas hacia el norte, a Islandia. Sin embargo, cuando se acercaba a Vágar, los rayos del sol la convirtieron en piedra, cayó al agua y aterrizó boca abajo con un brazo todavía extendido para agarrar a Vágar. Su dedo índice y la parte posterior de su cabeza permanecieron en la superficie. Así es como se gestaron Trøllkonufingur y la isla Koltur.
Beinisvørð
Situado entre los pueblos de Lopra y Sumba, en la isla de Suðuroy, este impresionante acantilado marino, de 470 metros, es el más alto de este tipo en la isla más al sur y un destino muy turístico. Beinisvørð también es una localización popular en la literatura feroesa, de hecho, dos de los poetas feroeses más famosos citan este acantilado en sus obras.
Kalsoy
Si buscas un lugar para explorar en las Feroe, ese es Kalsoy. A esta isla se la conoce como la flauta porque tiene forma muy delgada y muchos túneles de carretera. En total, cuenta con 13 picos, 11 valles y 4 pueblos con una población de menos de 150 habitantes. La caminata hasta el faro de Kallur, en el extremo norte de Kalsoy, es particularmente impresionante.
Kopakanon
En el pueblo de Mikladalur en Kalsoy se encuentra la estatua de Selkie o “la mujer foca”, basada en una de las leyendas más populares de las Feroe. Cuenta la historia que una vez al año, la duodécima noche de Navidad, se permite que las focas desembarquen en este lugar. Se quitan la piel de foca, juegan, cantan y bailan, recuperando su forma humana, pero solo hasta que sale el sol…
Risin og Kellingin
Cuando uno llega hasta este lugar se encuentra en el abismo. Risin & Kellingin, reciben el nombre de otra de las leyendas de las Feroe, la del gigante y su esposa. Cuenta que un día Islandia decidió poseer las islas Feroe, para ello envió al gigante y a su esposa, la bruja. Después de un largo viaje por el mar tempestuoso, llegaron hasta la cima de la montaña, Eiðiskollur. La bruja subió rápidamente y ató una cuerda a su alrededor, para que el gigante, desde el mar, arrastrase las islas, pero por más que lo intentaban, las Feroe no se movían ni un centímetro. Tras esta presión tremenda, la propia montaña se agrietó, y hoy todavía se puede apreciar en su estructura.
La mayoría de los turistas observan a Risin, que se eleva 71 metros del nivel del mar, y Kellingin, 69 metros, desde el pueblo de Tjørnuvík, en la isla de Streymoy, o desde la isla de Eysturoy, a medio camino entre el pueblo de Eiði y el paso de montaña de Eiðisskarð.
Kirkjubøur
Si quieres conocer la historia de las islas Feroe debes dirigirte a Kirkjubøur, a unos 30 minutos de la capital. En la época medieval, este pequeño pueblo era el centro cultural y episcopal de las islas. Hoy en día, consta de tres elementos principales: en primer lugar, la casa de campo y museo Roykstovan, con 900 años de antigüedad —se cree que es la casa de madera más antigua que todavía se utiliza en la actualidad—; en segundo lugar, la actual iglesia parroquial, Ólavskirkja, construida en 1111 y utilizada como iglesia principal de las islas Feroe durante siglos; y, en tercer lugar, la catedral medieval de Magnus, construida en el siglo XIV y sede efectiva del poder durante varios siglos.
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