Marcos Xam Pam, ‘tiktoker’ de viajes: “Lo que hice al llegar a Guatemala fue huir de la capital. Son prejuicios pero no me gustan”

El viajante, que acumula 140.000 seguidores en esa red social, acaba de ganar el premio IATI al mejor difusor de aventuras de 2024

Marcos Xam Pam fotografiado en su casa de Madrid en febrero de 2024.JUAN BARBOSA

Cada uno tiene sus prioridades, y para Marcos Xam Pam (Madrid, 34 años), lo más importante es viajar: “Creo que tu vida se tiene que adaptar al viaje, y no al contrario”. El tiktoker recoge, transporta y ordena las bicicletas de Bicimad por las noches, y cuando se despierta a mediodía edita vídeos para sus 140.000 seguidores en TikTok. No bebe, ni fuma, ni sale de fiesta. Todo lo que gana va destinado a sus viajes.

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Cada uno tiene sus prioridades, y para Marcos Xam Pam (Madrid, 34 años), lo más importante es viajar: “Creo que tu vida se tiene que adaptar al viaje, y no al contrario”. El tiktoker recoge, transporta y ordena las bicicletas de Bicimad por las noches, y cuando se despierta a mediodía edita vídeos para sus 140.000 seguidores en TikTok. No bebe, ni fuma, ni sale de fiesta. Todo lo que gana va destinado a sus viajes.

Acaba de recibir el premio IATI como “mejor tiktoker de viajes”, y sus 1.500 euros de premio los ha donado a distintas ONG. No quiere dar la cara en sus redes porque él no es el protagonista. Son sus viajes, y su mirada en recodos desconocidos del mundo. Y así nos cuenta cómo ha vivido su aventura en Guatemala. Acaba de volver hace unas horas del país latino y nos recibe en su casa en la que vive en Madrid junto a su gata.

Pregunta. ¿De dónde sale el “me voy dos semanas a Guatemala”?

Respuesta. No suelo escoger un destino por gusto. Miro lo que sale más económico. Y la selección de Guatemala, pues fue un poco igual. A Guatemala, en fechas de baja demanda, el precio del vuelo suele oscilar entre los 300-400 euros. Y por eso decidí ir allí. Además, no conocía nada sobre el país, ni se me había perdido nada allí. Y no me arrepiento. Cuanto menos organizas tu viaje a Guatemala, mejor. Me alquilé un coche en cuanto llegué al aeropuerto y empezó mi aventura. También acababa de volver de un viaje a Mongolia en el que no entendía a nadie. Y pues me animó eso de que en Guatemala se hable castellano.

P. La siguiente pregunta era cómo organizó la ruta.

R. Lo que hice en Guatemala en cuanto llegué fue abrir Google Maps y escapar de la capital (Ciudad de Guatemala). Sé que son prejuicios, pero no me gustan las capitales. He recorrido el país desde la costa este del pacífico a la frontera con Belice. He visto entornos naturales increíbles y pueblos muy pintorescos. La ruta sin la presión de la organización es mucho mejor.

P. Hablemos de alguien que le llamase especialmente la atención.

R. He entablado buenas amistadas durante el viaje. Me paré en un pueblecito superperdido a recargar energía y conocí a un grupito de jóvenes. Y allí me quedé dos días. Todos trabajaban en los pocos negocios que había en el pueblo. Vi cómo era su día a día. Me invitaron a su casa, comimos todos en familia. Me quedo con ellos.

P. Entonces dice que los guatemaltecos son hospitalarios.

R. Si tengo que quedarme con algo de mi viaje es con la gente. Con su amabilidad. Esa gracia de poder sentarme con una persona durante horas y horas sin cansarme. En definitiva, su humildad y la pureza. El que quieren conocer, el que quieren saber, el que te quieren preguntar, el que tú preguntas, el que te cuentan...

P. ¿Algún lugar que recomiende?

R. Hay dos espacios naturales que llamaron mi atención. En la frontera con México está el hoyo El Cimarrón. Es un cráter de 150 metros de profundidad, y otros 160 de diámetro, en una zona del país especialmente húmeda. Es de esos sitios en los que nos vemos muy pequeñitos. También están las cuevas de B’omb’il Pek. Para llegar tienes que andar 40 minutos. Pero merece la pena, es un lugar repleto de estalactitas. Allí, estuve a punto de perderme. Hubo un momento que me cagué de miedo, pero cuando entre y vi la gruta, me fascinó.

P. ¿Qué hay de comer en Guatemala?

R. En Guatemala hay muchos fritos. Pollos, patatas... Pero lo más tradicional son los caldos de res o de gallina. En cada casa que me hospedé lo cocinan con verduras diferentes, pero al final, el sabor suele ser el mismo. En las zonas que están más pegadas a la frontera con México se pueden comer tacos, o shucos [como bocadillos] y comidas más propias del país vecino.

P. ¿Dónde se puede comer todo esto?

R. En los puestos de comidas que están por todos lados. Además, son bien baratos. Unas patatas fritas te pueden costar como 50 céntimos.

P. ¿Qué es imprescindible tener en cuenta si tenemos el tiempo muy ajustado?

R. Yo creo que lo que es prescindible es llenar tu maleta con mucha ropa. Tan solo se necesita una camiseta, un pantalón y bien de calzoncillos, por si las moscas.

En corto

- ¿De dónde acaba de volver?
De Guatemala. Ayer mismo.
- Algo que no falte en su maleta.
Cables. Muchos cables. El cablerio me es indispensable por mi trabajo.
- ¿Qué recuerda de las vacaciones de su niñez?
Mis padres no han sido muy viajeros. Íbamos a la playa, pero poco más. Siempre tengo grabada la imagen de mi pueblo, Navarrevisca, en Ávila. Las aventuras que viví en la montaña se me han quedado grabadas.
- Destino fetiche
Mi pueblo, en Ávila. Las experiencias que he vivido allí han condicionado mi vida. Ese paisaje, y ese calor acogedor que tiene mi pueblo, es lo que más me ha influido a la hora de ponerme en contacto con la naturaleza.


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