Tresanton en Saint Mawes, el hotel que hizo un pueblo en Cornualles
En 1998 Olga Polizzi abrió un alojamiento de cinco casas blancas que revitalizó esta preciosa localidad costera. Un cuarto de siglo después, su gusto decorativo y el clima del lugar lo han convertido en refugio de la realeza británica
Han pasado 25 años desde que Olga Polizzi adquiriese el hotel Tresanton en Saint Mawes (Cornualles) y pusiera a todo el pueblo patas arriba. Artífice y propulsora del creciente auge del turismo de esta preciosa localidad costera, su aventura empresarial no se estancó aquí. Años más tarde adquirió un castillo ruinoso para hacer de este otro hotel: “Lo compré porque estaba loca, era un castillo sin agua ni electricidad, un flechazo absoluto”, cuenta la diseñadora de interiores. Polizzi es hija de Ch...
Han pasado 25 años desde que Olga Polizzi adquiriese el hotel Tresanton en Saint Mawes (Cornualles) y pusiera a todo el pueblo patas arriba. Artífice y propulsora del creciente auge del turismo de esta preciosa localidad costera, su aventura empresarial no se estancó aquí. Años más tarde adquirió un castillo ruinoso para hacer de este otro hotel: “Lo compré porque estaba loca, era un castillo sin agua ni electricidad, un flechazo absoluto”, cuenta la diseñadora de interiores. Polizzi es hija de Charles Forte, un italiano emigrante criado en la cultura del esfuerzo que fue capaz de erigir su imperio hotelero a partir de una cadena de cafeterías.
Tresanton fue el primer hotel de Polizzi en Cornualles. Esta península es uno de los dos ducados reales de Inglaterra y ha sufrido infinidad de guerras a lo largo de su historia, siempre con la mala suerte de posicionarse en los bandos equivocados. Tierra de pescadores, mitos y leyendas, como la trágica historia de amor adúltero entre un caballero de la zona (Tristán) y una princesa irlandesa (Isolda), a lo que se suman una herencia celta y un pasado minero que atestiguan decenas de construcciones abandonadas en los márgenes de sus caminos. La joya escondida del ducado es Saint Mawes, en la península de Roseland, pueblo pesquero de casitas encaladas asomadas a una amplia bahía donde todas las mañanas intrépidos bañistas se aventuran al ritual de las abluciones en sus gélidas aguas. Poco más; unas empinadas callejuelas y un castillo. No se entiende un pueblo costero sin un castillo. El de Saint Mawes es un ejemplo de la arquitectura militar de los Tudor que domina esta costa, en la orilla opuesta a Falmouth. Por sus calles se despliegan cabañas de adobe que han perdurado a lo largo de los siglos, a lo que hay que añadir uno de los cementerios más bonitos del mundo, St. Just in Roseland.
El lugar ha sido elegido por muchos royals ingleses para escaparse del mundanal ruido, entre ellos Carlos III y Camila, huéspedes ilustres del Tresanton desde que abrió sus puertas, en 1998. Isabel II hacía a menudo escala en Saint Mawes al desembarcar del Britannia con la princesa Margarita y la reina madre; y Lady Di también se alojó en esta localidad tras separarse del hoy rey británico. El motivo por el que el Tresanton ha sido elegido como refugio por celebridades es, sobre todo, una privacidad que hace que al pasar por sus puertas cueste identificar que este sea un hotel. Es un lugar familiar gestionado por discretos empleados, que han pertenecido a varias generaciones de una misma familia.
El complejo se conforma por cinco casas blancas sobre la playa de Tavern, en las que se distribuyen 30 habitaciones con vistas al mar, decoradas con mimo por Polizzi y con la impronta de los artistas locales. Su sentido de la proporción y del color funcionan. El toque mágico se obtuvo a través de la mezcla de una cuidadosa selección de muebles, con piezas que van de los años cincuenta a los ochenta y otras más clásicas, incluso fósiles. La mezcla es la constante: “Tienes que ser valiente para mezclar sin miedo”, dice Polizzi. ¿Es difícil plantear hoteles para los ingleses? “Los ingleses siempre quieren ser ingleses, pero aman el diseño y el lirismo del diseño italiano”. Un bar abierto a perros y lugareños, el restaurante luminoso con suelo de mosaico, apliques ornamentales romanos, edredones de Guinevere, mantas de lana que imitan la rugosidad del pan de Sourdough… Todo es una oda a la aventura y al buen gusto sin perder la esencia y la herencia italiana.
Su propietaria es asidua de ferias de arte y antigüedades y entusiasta defensora del papel pintado: “Viste de inmediato una habitación”. De hecho, en otra de sus propiedades, el hotel Endsleigh, luce originales de William Morris en la habitación donde se hospedó la reina Victoria. En estos 25 años ha logrado movilizar a una hermosa comunidad, a la que ameniza en temporada baja con celebraciones como la Cena del Espárrago para celebrar la abundancia de las cosechas, o los conciertos de Navidad en la Iglesia metodista. El microclima casi subtropical, el frondoso paisaje y la luz atraen a numerosos artistas. “Me encanta la temporada baja, nunca voy en agosto”, ríe.
En el pueblo se puede degustar comida local en The Victory Inn (famoso por ser el pub frecuentado por Cormoran Strike, protagonista de las novelas de Robert Galbraith, alias de J. K. Rowling). La experiencia gastronómica se puede maximizar a 10 minutos de coche en The Standard Inn (Portscatho), un restaurante regentado por el reputado chef británico Simon Stallard. En junio de 2021, él cocinó la cena final (una barbacoa en la playa) para los líderes del G-7 en Cornualles tras ignorar la llamada seis veces.
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