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En el paraíso natural, a pie o a pedales

La orografía del Principado de Asturias regala un catálogo de naturaleza y gastronomía que invita a conocer caminando o sobre la bici. Rutas senderistas y cicloturistas que bien podrían copar los planes de estas vacaciones… y las siguientes

Desde el área recreativa del Infiernu, punto final de la ruta de los Acantilados del infierno, se puede acceder (solo a pie) a Ribadesella.Juan de Tury

Colores y playas dignas del Caribe. Rampas y paisajes que tienen poco que envidiar a los Alpes. Asturias es un paraíso que cautiva con su belleza y su amable clima en verano. Sus extensos bosques albergan una rica biodiversidad, mientras sus playas y calas de arena dorada (más de 200) hacen dudar dónde meter los pies en el Cantábrico después de una jornada aventurera. Aquí se sugieren cuatro rutas de diversa dificultad, pero siempre atractivas. El viajero decide los tramos y la duración del esfuerzo.

Ruta por el Parque Natural de Ponga (para muy andarines)

El pueblo de Cangas de Onís no solo representa la puerta de entrada a Los Picos de Europa. También es punto de partida de varias rutas por el Parque Natural de Ponga, un paisaje menos conocido y masificado que brinda la oportunidad de conectar con la naturaleza y disfrutar de su inspiración en cualquier momento del año. Uno de los itinerarios de la zona arranca en el Mirador de Las Bedules, que regala impresionantes vistas panorámicas del territorio, para hacerse una idea de lo que espera. Desde la atalaya, el viajero comienza a adentrarse en el Bosque de Peloño, un frondoso hayedo que envuelve en la belleza natural de la región, mientras se disfruta de la cotizada tranquilidad y frescor del entorno en verano. Tientan a lo largo de la ruta numerosos puntos de interés natural: cascadas, riachuelos y formaciones rocosas de esas que gusta recordar cuando se regresa a la vida cotidiana. Es recomendable dedicar tiempo para explorar estos rincones encantadores e inmortalizar la magia del paisaje para dar envidia en los grupos de whatsapp.

El hayedo del Bosque de Peloño es un refrescante oasis en esta ruta por el Parque Natural de Ponga.

La ruta continúa rodeada de impresionantes paisajes naturales, bosques verdes y una abundante vida silvestre. La variedad de especies de flora y fauna que habitan en esta área protegida harán las delicias de los zoólogos y biólogos aficionados. Y una parada obligada: la Ermita de Arcenorio, un encantador lugar de culto en un entorno pintoresco.

Dificultad: media-alta. Longitud aproximada: 20 km. Esta ruta es ideal para una pareja acostumbrada a caminar en la montaña. Apta para senderistas y ciclistas.

Los Acantilados del infierno, para ‘instagramers’

La costa oriental asturiana ofrece un escenario único para capturar momentos inolvidables junto a imponentes acantilados, playas salvajes y paisajes costeros. La salida suele tomarse en el área recreativa del precioso pueblo de Cuerres, cerca de la playa de Guadamía. Resulta imprescindible deleitarse con un momento de actividad de los Bufones de Pría. Estos espectaculares géiseres naturales brindan un espectáculo impresionante cuando sube la marea, pero hay que tomar distancia cuando las olas golpean furiosas contra las rocas. Precaución con los niños.

Entrada desde el mar a la playa de Guadamía, en la frontera litoral entre Ribadesella y Llanes.

En dirección oeste, el recorrido transcurre paralelo al mar Cantábrico. Paso a paso, se empiezan a avistar los gigantes Acantilados del infierno, un tramo de costa conocido por sus formaciones rocosas verticales y sus vertiginosas paredes que se sumergen (y emergen) del océano. Algunos de los que se alzan solemnes en esta ruta son el de Castro Arenas/Castru Arenes y el de Tomasón. Las leyendas que se cuentan sobre su pasado imponen tanto como los colores del mar.

A los dos kilómetros se divisa el islote de Palo Verde, un farallón que emerge súbitamente del mar. Surgió a partir del desprendimiento de una parte del acantilado por el castigo reiterado de las olas. Más adelante se encuentra la zona de la Ensenada de Oliencu, a la que vigila el espectacular Dedo del Diablo. La ruta finaliza en el área recreativa del Infiernu, desde donde se tiene la opción de visitar el precioso pueblo pesquero Ribadesella/Ribeseya, conocido por el caprichoso estuario de la desembocadura del Sella (sí, el del descenso en piragua), por sus casas de indiano y por la ermita de la Guía, desde donde se divisan la villa y las playas. Ciclistas, abstenerse: desde el Infiernu al pueblo hay varios tramos cerrados por la presencia de ganado. Mejor acercarse caminando.

Dificultad: baja. Longitud aproximada: 6 km. Un viaje muy ‘fotogénico’, asequible para toda la familia. La ruta por los acantilados se puede hacer andando. La travesía en bici es complicada y hay tramos cerrados.

Tramo (libre) del Camino del Norte

El Camino de Santiago constituye una experiencia única que ha atraído a peregrinos de todo el mundo durante siglos. Uno de los tramos de la parte asturiana discurre en las proximidades del encantador pueblo de Puerto de Vega, en la costa occidental de Asturias. Esta villa es digna de un pequeño desvío, ya que combina indiscutible belleza con una gran riqueza cultural, histórica… y gastronómica. Cuesta conseguir sitio en los restaurantes de la bocana del puerto. Pero siempre se puede hacer tiempo descubriendo la casa donde falleció el escritor Jovellanos o el magnífico retablo barroco de la iglesia de Santa Marina. Además, las pintorescas callejuelas y plazas de la localidad y, sobre todo, la amabilidad de su gente, harán de esta experiencia un día inolvidable.

La Playa del Frexulfe, accesible desde Puerto de Vega, dibuja una concha perfecta de 800 metros.

Desde Puerto de Vega se puede acceder hacia la playa de Frexulfe. Destaca por su hermosa concha de 800 metros y su cambio de color cada minuto del día. Apenas permanecen inalterables dos: el de la arena dorada perfecta y el de sus aguas cristalinas. El sendero continúa hacia Navia, una acertada sucesión de acantilados y prados verdes. Al llegar al pueblo, se puede explorar el puerto, pasear por sus calles históricas y descubrir la riqueza cultural y arquitectónica que ofrece. Además de aprovechar el tiempo para degustar la deliciosa gastronomía local y recuperar fuerzas para el camino.

Dificultad media. Longitud aproximada: 10km. Esta ruta es ideal para hacerla en un grupo de amigos acostumbrados a hacer senderismo o ciclismo. Se requiere una buena condición física e indumentaria adecuada.

Solo a pie: Reserva Natural Parcial de Cueto de Arbas, un paisaje glaciar de montaña

Este santuario ecológico del suroccidente asturiano cautiva con su belleza natural y su rica biodiversidad. La ruta es una invitación a explorar y conectar con la naturaleza por la presencia de un modelado glaciar único, en el que se entralazan valles, aristas y circos de gran rareza (y belleza). El terreno alberga unas curiosas turberas (terreno con predominio de residuos de carbón y aspecto terroso) montañosas y una exuberante vegetación subalpina. Estamos en uno de los mejores ejemplos de estos ecosistemas asturianos, preservados en su máximo esplendor.

La aventura comienza en el pintoresco pueblo de El Puertu Leitariegos, a 1.550 metros de altitud. A medida que se avanza, se descubren circos y cubetas de excavación glaciar que albergan maravillosas lagunas, como la imponente de Arbas/Laguna d’Arbas, la mayor de la comarca, que tiene una hermana menor poco más arriba. Resulta obligatorio tomarse un tiempo para observar las vistas panorámicas a ambos lados del puerto y los majestuosos picos que identifican a la región de Somiedo.

En el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, al suroeste del Principado de Asturias, se entralazan valles, aristas y circos de gran belleza.

Una vez alcanzado el collado Fanetina, el camino continúa por la cresta que marca la frontera entre Asturias y León, para dejar atrás el imponente Picu Rapáu. En poco tiempo se divisará la cumbre de El Cuetu d’Arbas/ Cueto de Arbas, con sus 2.002 metros sobre el nivel del mar. Este lugar ofrece vistas inolvidables del valle Naviegu, el Picu’l Fraile, la sierra del Cabril y el Cornón. Si la visibilidad lo permite, el viajero puede avistar incluso el macizo de Las Ubiñas. Una vez satisfecha la retina y absorbida la energía de este entorno, la ruta vuelve sobre sus pasos. Es momento de deleitarse con la flora (abedules, fresnos, arces, arbustos de roble rosado…) y la fauna. Es esta reserva un refugio del oso pardo y urogallo. Ninguno de los dos se deja ver, pero es posible topar con algún corzo o con nutrias en el curso de los ríos. El Molín, el Corros y el Naviego serpentean por la ruta. Un consejo: probar un vino de la DOP Cangas -estamos en la comarca- para brindar por el reto conseguido.

Dificultad: Media. Longitud aproximada: 3,82km. Un pequeño reto, por los desniveles del trazado. Apta para aquellos viajeros que quieren perderse por la belleza de la naturaleza. Esta ruta solo se puede hacer a pie.

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