Albarei Áine 2015, resonancias marinas

Tiene mérito haber conseguido que una de las mayores cooperativas de Rías Baixas, con 400 viticultores asociados y 300 hectáreas de viñedo en el valle del Salnés, se permita el lujo de hacer un hueco, aunque minoritario, a las muchas singularidades que tal extensión de cepas y variedad de microclimas permite.

Porque en estas ancestrales tierras celtas, la dinámica mar-tierra ofrece un gran abanico de posibilidades vitivinícolas, generalmente ahogadas en los grandes volúmenes de vino. Bien está que así sea, pero sin que eso impida el rescate de algunas de sus maravillas sumergidas. Es el...

Tiene mérito haber conseguido que una de las mayores cooperativas de Rías Baixas, con 400 viticultores asociados y 300 hectáreas de viñedo en el valle del Salnés, se permita el lujo de hacer un hueco, aunque minoritario, a las muchas singularidades que tal extensión de cepas y variedad de microclimas permite.

Porque en estas ancestrales tierras celtas, la dinámica mar-tierra ofrece un gran abanico de posibilidades vitivinícolas, generalmente ahogadas en los grandes volúmenes de vino. Bien está que así sea, pero sin que eso impida el rescate de algunas de sus maravillas sumergidas. Es el caso de este blanco de sorprendente personalidad, fruto del peculiar gradiente térmico noche-día, que aporta un tono rojizo al hollejo de las uvas albariño.

El resto consiste en una mínima pero precisa intervención enológica de la sabia mano de Pepe Hidalgo para que el vino regale un aroma de resonancias marinas, con la fruta carnosa madura revestida de perfumes florales, el destello de las notas cítricas que aportan frescor, y la evocación fugaz del terruño bañado por la ría de Arousa. Una ilusión que toma tierra en la boca, sabrosa, viva y persistente, como la ola que siempre regresa.