Fresco y personal

La senda marcada por el genial Emilio Rojo en Ribeiro sigue ganando adeptos. Gentes de situación profesional holgada que se sienten llamados a recuperar —y dignificar— la labor vitivinícola de padres, abuelos, o bisabuelos. Elaboran el vino con el que soñaban sus progenitores. De esa casta es José Merens, propietario de 3,5 hectáreas de viñedo en A Arnoia. Un colleteiro de nuevo cuño capaz de utilizar, junto a la mejor tradición, técnicas enológicas actuales. La nueva bodega, restaurada en 2001, cuenta con pequeños depósitos troncocónicos de acero y barricas de 300 litros de roble fra...

La senda marcada por el genial Emilio Rojo en Ribeiro sigue ganando adeptos. Gentes de situación profesional holgada que se sienten llamados a recuperar —y dignificar— la labor vitivinícola de padres, abuelos, o bisabuelos. Elaboran el vino con el que soñaban sus progenitores. De esa casta es José Merens, propietario de 3,5 hectáreas de viñedo en A Arnoia. Un colleteiro de nuevo cuño capaz de utilizar, junto a la mejor tradición, técnicas enológicas actuales. La nueva bodega, restaurada en 2001, cuenta con pequeños depósitos troncocónicos de acero y barricas de 300 litros de roble francés y húngaro, todo en un entorno minimalista de piedra y madera.

Lagar do Merens es un capricho que busca resultar viable a base de excelentes vinos, elaborados con uvas propias de variedades autóctonas. El más logrado es 30 Copelos, nombre que hace referencia una medida histórica equivalente a veinte metros cuadrados. El vino ofrece un aroma fresco, personal, pleno de aromas frutales, balsámicos y especiados, encuadrados por el roble de gran clase. En boca resulta sustancioso, bien estructurado, de acidez elegante y sólida. Lograda expresión de un inteligente ensamblado de uvas.

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