Arquitectura para bailar en Nueva York

Cada verano el MoMA PS1, la sede satélite del MoMA en Long Island City, contribuye a elevar las temperaturas, ya de por sí calientes, de los fines de semana neoyorquinos. Desde el pasado 29 de junio hasta el 7 de septiembre, esta institución de arte contemporáneo ubicada en Queens nos llama al ejercicio sabático con sus 'Warm Up'. Se trata de una fórmula sencilla pero infalible: música, bebida, instalaciones al aire libre y, al fondo, exposiciones de arte en las salas del museo. Por si no fuera reclamo ...

Cada verano el MoMA PS1, la sede satélite del MoMA en Long Island City, contribuye a elevar las temperaturas, ya de por sí calientes, de los fines de semana neoyorquinos. Desde el pasado 29 de junio hasta el 7 de septiembre, esta institución de arte contemporáneo ubicada en Queens nos llama al ejercicio sabático con sus 'Warm Up'. Se trata de una fórmula sencilla pero infalible: música, bebida, instalaciones al aire libre y, al fondo, exposiciones de arte en las salas del museo. Por si no fuera reclamo suficiente, el MoMA, junto con el MoMA PS1, convocan anualmente un concurso restringido para jóvenes arquitectos conocido como Young Architects Program (YAP). ¿El encargo? Una estructura temporal, sorprendente, a ser posible construida con materiales reciclados y que proporcione sombra, asiento y agua. O, dicho de otro modo, una construcción barata y con capacidad mediática donde encontrar refresco entre baile y baile.

La de 2013, Party Wall, diseñada por CODA (Caroline O’Donnell, Ithaca, NY) es la número 14 de una lista en la que conviven arquitecturas peludas, vegetales o participativas. Muchas de ellas son el último eslabón de una serie de genealogías de tendencias e imaginarios que, en su agotamiento, alcanzan a plantear una pregunta aparentemente banal pero en sintonía con el legado disciplinar del concurso: ¿Cuál te gusta más, esta o el del año pasado?

Parece que entre la multitud hay cierto consenso. La anterior, Wendy -diseñada por HWKN- con su perfil puntiagudo y azul, tenía personalidad; pero Party Wall, como su nombre ya nos anunciaba, participa más de la fiesta.

Armado de un pesado armazón de acero capaz de soportar los embistes del público más enfebrecido, Party Wall se levanta en el patio del PS1. Su interior está zurcido por perfiles y cruces de arriostramiento. A falta de cimentaciones, unos contrapesos de tela azul a base de poliéster, llenos de agua y que, además, se iluminan por la noche, cuelgan obscenamente de la estructura. Bajo ellos, plataformas a distintos niveles definen micro-ambientes para el descanso, salpicados por charcas refrescantes alimentadas a través de canalizaciones que conectan con depósitos de agua. La fachada perforada, construida con tableros de material reciclado donados por Comet -un fabricante de monopatines ecológicos-, aporta el componente interactivo o el “hazlo tú mismo”. Hasta 120 paneles pueden descolgarse y utilizarse como bancos y mesas comunales durante el 'Warm Up' o cualquier otro evento.

Party Wall es un mejunje arquitectónico al servicio del proyecto disciplinar recurrente de habitar el muro, esta vez aderezado con la metáfora del acueducto. Aunque, a veces, incluso la arquitectura menos relevante para el discurso intelectual tiene capacidad para sorprendernos. Y es que la escena que proporciona Party Wall no tiene desperdicio: los niños corretean sin descanso alrededor de minipiscinas, mientras sus padres y amigos, cerveza en mano, reciben descargas periódicas de vapor de agua. Algunos remojan los pies y chapotean mientras twittean desde sus teléfonos móviles. Los más en forma, confinados frente al escenario, bailan al ritmo experimental de los DJs del momento. En el Warm Up se brinda sobre monopatines y con las gafas de sol cubiertas por agua nebulizada. Pocas veces los neoyorquinos disfrutaron tanto de la cercanía de los cuerpos sin mediación del aire acondicionado.

Para unos fiesta, para otros pasarela, Warm Up y YAP son la celebración de lo joven. Aunque el apelativo “joven” no parece tener que ver con la edad sino, tal vez, con lo temporal, lo desechable, la reinvención constante; con el disfrute de los placeres efímeros. Y es que en esta ciudad, a la arquitectura joven y a sus arquitectos se les encargan las fiestas veraniegas. Los mayores, mientras tanto, se ocupan de los rascacielos.

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