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De las llamas de Moria a las aguas del Rin: el nuevo inicio de los Yussefi

EL PAÍS acompañó en 2020 a una familia afgana en su tránsito entre los campos de refugiados de Lesbos; 10 meses después, Ismael, Masomeh y sus hijos han sido acogidos en Alemania

La familia Yussefi reside desde hace tres meses en un centro de acogida del Ayuntamiento de Frankenthal. Su vivienda es un módulo prefabricado con una habitación donde dormir y comer, un baño y una cocina.Álvaro García
Ismael Yussefi lleva y recoge cada día del colegio a su hijo Ali, de ocho años. El más pequeño de la familia, Mohamed Matin, de dos años, todavía no tiene plaza en la guardería. El Ayuntamiento de Frankenthal confirma que hay una larga lista de espera.Álvaro García
La hospitalidad es una obligación en esta familia de origen afgano. Etemadi prepara platos tradicionales para las visitas de los voluntarios y las organizaciones que les asisten en su integración en Alemania. Reciben mensualmente del Estado 1.300 euros.Álvaro García
La prioridad de los Yussefi es conseguir un hogar propio. El Ayuntamiento de Frankenthal reconoce que es difícil encontrar a propietarios de pisos que quieran alquilar a familias refugiadas.Álvaro García
El centro de acogida en el que residen los Yussefi se ubica en un solar de un polígono industrial de Frankenthal. Comparten las instalaciones con seis familias más procedentes de zonas en conflicto como Irak o Siria.Álvaro García
Masomeh Etemadi aterrizó hace tres meses en Alemania con numerosos diplomas y cartas de recomendación de organizaciones internacionales como Cruz Roja y Acnur. Su dominio del inglés y del farsi le ha servido para asistir como voluntaria en los campos de refugiados de Lesbos y también en Irán.Álvaro García
La familia Yussefi disfrutó este julio de su primer día en el lago Silbersee, colindante a Frankenthal. Un joven alemán les cedió su tabla de 'paddle surf'. La barrera del idioma dificulta todavía su comunicación con la sociedad local.Álvaro García
Ismael Yussefi admite que al principio no le gustó Frankenthal. Menos bulliciosa de lo que él deseaba, con un clima lluvioso y sin amistades con las que charlar, el desánimo se apoderó de él. Hoy, precisa, ha cambiado de opinión porque la gente les trata bien y, sobre todo, se siente seguro.Álvaro García
En septiembre de 2020, cuando los incendios arrasaron el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, sus pobladores tuvieron que malvivir a la intemperie hasta que no fueron internados en el nuevo campo de Kara Tepe.Álvaro García
Durante las semanas que tuvieron que pasar a la intemperie, los 13.000 habitantes del antiguo campo de Moria dependían del abastecimiento de alimentos por parte de organizaciones no gubernamentales. La capacidad oficial del campo era de 3.000 personas.Álvaro García
De las tres familias afganas con las que los Yussefi entablaron amistad en Lesbos, dos han sido acogidas en Alemania y otra continúa internada en la isla griega.Álvaro García
ACNUR y la Unión Europea aportan un subsidio mensual a los migrantes internados en campos de acogida de las islas griegas. Los Yussefi invertían parte del dinero en contratar una línea de móvil, una herramienta imprescindible para preparar su futuro y mantener el contacto con sus allegados.Álvaro García
La seguridad era una de las cuestiones que más preocupaban a las familias migrantes en Lesbos durante el tránsito entre campos de acogida. Los riesgos no solo eran para los niños, también para las mujeres solteras, según advierten las ONG.Álvaro García
La familia Yussefi obtuvo el asilo por parte de las autoridades griegas. Finalmente optaron por solicitar también para ser refugiados en Alemania, porque consideraron que en este país tenían más opciones de prosperar.Álvaro García
El padre de Ismael Yussefi dejó de hablar con su hijo, enfadado porque juzgaba que había asumido un riesgo innecesario para llegar a Lesbos. Tras seis meses de silencio, padre e hijo vuelven a hablarse.Álvaro García
Las limitaciones a la movilidad por la pandemia del coronavirus frenaron las llegadas de migrantes a las islas griegas: ACNUR indica que 3.600 migrantes han llegado a Grecia en el primer semestre del año, y solo un millar, por mar. En 2020, el total anual superó las 15.000 personas, casi 10.000 por mar. En 2019, cuando los Yussefi alcanzaron la costa de Lesbos, 54.726 personas cruzaron el Mediterráneo de Turquía a Grecia.Álvaro García
Los Yussefi zarparon de la costa turca en 2019 y tras cuatro horas de navegación en una patera, llegaron al norte de la isla de Lesbos.Álvaro García
El año y medio internados en Lesbos pasó factura física a la familia, y sobre todo a los hijos, que sufrieron de malnutrición, según lamentaba en 2020 a EL PAÍS su madre, Masomeh Etemadi.Álvaro García
El sueño de Masomeh Etemadi en Lesbos era llegar a Londres o a Toronto; hoy, en cambio, cree que su futuro está en el municipio alemán de Frankenthal (48.000 habitantes)Álvaro García
Frankenthal, en el Estado de Renania-Palatinado, ha acogido desde 2015 a más de 900 solicitantes de asilo. De estos, la gran mayoría todavía reside en este pequeño municipio de fuerte peso industrial en la cuenca meridional del Rin.Álvaro García
Ali y Mohamed Matin observaban el mar en septiembre de 2019 desde su tienda de ACNUR, en el nuevo campo de refugiados de Kara Tepe. Para el alevín de la familia, explica Masomeh Etemadi, la vida en el campo era una aventura
La CDU, el partido de la canciller, Angela Merkel, avisa que Alemania no tiene la capacidad de acoger de forma indefinida cada año a decenas de miles de solicitantes de asilo. “Recibir tanta gente es un reto, sí, pero es asumible y lo necesitamos para el gran cambio demográfico que está experimentando Alemania”, replica Andrea Graber-Jauch, la responsable de migración del Ayuntamiento de Frankenthal.Álvaro García