Editorial

Echar a Netanyahu

La alianza que hay que tejer para terminar con 18 años en el poder del primer ministro debe mezclar el agua y el aceite

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.POOL New (REUTERS)

La receta es conocida: ante una mayoría insuficiente, dedicar todos los esfuerzos a evitar la unión de la oposición. La derecha israelí tiene un argumento sólido, también suficientemente conocido en otros países: la izquierda solo puede gobernar si cuenta con los votos de la Lista Conjunta árabe estigmatizada como enemiga de Israel. La alianza que hay que tejer para terminar con el largo y ya excesivo liderazgo de Netanyahu —18 años en dos periodos— debe mezclar el agua y el aceite, los diputados de los partidos árabes y los seguidores de Avigdor Lieberman, el derechista ultra pero laico que h...

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La receta es conocida: ante una mayoría insuficiente, dedicar todos los esfuerzos a evitar la unión de la oposición. La derecha israelí tiene un argumento sólido, también suficientemente conocido en otros países: la izquierda solo puede gobernar si cuenta con los votos de la Lista Conjunta árabe estigmatizada como enemiga de Israel. La alianza que hay que tejer para terminar con el largo y ya excesivo liderazgo de Netanyahu —18 años en dos periodos— debe mezclar el agua y el aceite, los diputados de los partidos árabes y los seguidores de Avigdor Lieberman, el derechista ultra pero laico que ha llegado a defender la deportación de población árabe del territorio israelí al futuro Estado palestino.

Los estímulos para esta difícil coalición son abundantes. El primero y más destacado es echar a Netanyahu para dejar que responda ante la justicia por las imputaciones de corrupción. Si no hay Gobierno, habrá una nueva convocatoria electoral, la cuarta desde los comicios anticipados celebrados en abril de 2019. El argumento definitivo es la calidad de la democracia israelí: no se puede gobernar un país democrático como si no existieran los 15 diputados de la minoría árabe, que representan a la quinta parte de la población israelí, tal como pretende Netanyahu. Su idea de democracia es abiertamente iliberal y hostil al Estado de derecho, como demuestran sus intentos de eludir la acción de la justicia por la exoneración a través de las urnas. En manos del exgeneral Benny Gantz, el líder de Azul y Blanco, está la posibilidad de sustituirle si logra a la vez los votos de la Lista Conjunta árabe y los de Israel Nuestra Casa. Estos, los de Lieberman, quieren desposeer de privilegios a los partidos religiosos que han venido apoyando a Netanyahu; la Lista, defender los derechos ciudadanos de los árabes israelíes.

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Aunque aparentemente incompatibles, ambos coinciden en la igualdad de derechos, sin distinción de credo o religión. El camino estrecho de Benny Gantz pudiera ser el preludio de un nuevo combate por los derechos civiles, lógica salida del conflicto palestino una vez Trump y Netanyahu han destruido el proceso de paz.

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