¿Por qué siempre que vas a Ikea con tu pareja acabáis discutiendo?

Sobre el papel, decorar y amueblar un hogar es una tarea sencilla e incluso divertida. Sobre los pasillos de unos grandes almacenes, sin embargo, es para muchos enamorados una prueba de fuego

"En la vida real no se nos enseña a negociar como pareja ni estamos acostumbrados a tomar tantas decisiones en un corto espacio de tiempo", explica la psicóloga Patricia Rosillo.

Ikea de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Ocho de la tarde. Eva y Julián acaban de salir de trabajar y están buscando unas estanterías para el salón y un armario para el dormitorio. Llevan una semana instalados en su nueva casa y aún viven entre cajas y maletas. El objetivo de la visita al gigante sueco está claro, pero nada más subir las escaleras mecánicas que llevan a la zona de exposición de muebles Eva se agobia y le pide a su pareja que se dé prisa con las estanterías mientras ella elige el ...

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Ikea de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Ocho de la tarde. Eva y Julián acaban de salir de trabajar y están buscando unas estanterías para el salón y un armario para el dormitorio. Llevan una semana instalados en su nueva casa y aún viven entre cajas y maletas. El objetivo de la visita al gigante sueco está claro, pero nada más subir las escaleras mecánicas que llevan a la zona de exposición de muebles Eva se agobia y le pide a su pareja que se dé prisa con las estanterías mientras ella elige el armario. Julián se siente presionado y estalla. No llevan ni dos minutos en Ikea y ya están discutiendo. “Reconozco que no tengo paciencia. Yo lo haría todo en media hora pero Julián se piensa cada cosa diez veces y pregunta todo el rato a los dependientes. Es algo que me desespera, como a él le desespera que no aguante tranquila sus investigaciones”, afirma Eva a ICON.

El caso de esta pareja madrileña, de 34 años él y 31 ella, no es una excepción. Sobre el papel, decorar y amueblar una estancia es una tarea sencilla e incluso divertida, y la posibilidad de moldear un hogar a nuestra imagen y semejanza un regalo. Sobre los pasillos de los grandes almacenes fundados por Ingvar Kamprad en 1943, sin embargo, esta oportunidad que nos da la vida es para muchos enamorados una prueba de fuego.

Sandra, 39 años, y Ricardo, 36 años, van por su cuarta visita a Ikea en solo tres semanas. Acaban de reformar una casa y ahora toca amueblarla de arriba abajo. Las tres visitas anteriores acabaron en disputa. Nada parece indicar que la cuarta no vaya a terminar igual

Según los datos que Ikea ha facilitado a ICON, un 72% del público que acude a alguno de los centros de la cadena sueca son parejas (un 45% de ellas tiene hijos y un 27% no tiene descendencia). “Estas tiendas son espacios estresantes. Hay mucha gente y mucho recorrido y eso hace que nos saturemos. Además, ofrece multitud de opciones, algo que en teoría es positivo porque hay mucho donde elegir, pero que complica la toma de decisiones. De ahí que las visitas terminen convirtiéndose en una batalla donde anteponemos nuestros gustos y prioridades a los del otro”, explica a ICON Patricia Rosillo, psicóloga especializada en pareja en el centro Prado Psicólogos. María Hurtado, psicóloga clínica de AGS Psicólogos Madrid, coincide con Rosillo y añade: “Se trata de una superficie cerrada e inabarcable a la que hay que ir predispuesto y concentrado. Lo mejor es ir poco a poco y dividir las compras en diferentes visitas. Lo ideal es limitar el tiempo de antemano para no acabar agotados y crispados”.

Sandra, 39 años, y Ricardo, 36 años, van por su cuarta visita al Ikea de La Gavia (Madrid) en solo tres semanas. Acaban de reformar una casa y ahora toca amueblarla de arriba abajo. Las tres visitas anteriores acabaron en disputa. Nada parece indicar que la cuarta no vaya a terminar igual. “Nuestro principal problema es que yo soy muy práctico y busco la funcionalidad en todo lo que compramos. Sandra solo quiere que sea bonito y cuanto más aparatoso mejor”, afirma el madrileño. Sandra corrobora a ICON la versión de Ricardo: “Me agota que no de importancia a la estética. No coincidimos en el 90% de las cosas que necesitamos”. La psicóloga María Hurtado reconoce que elegir algo que es para los dos genera conflicto porque ambas partes deben estar de acuerdo al 100%. “Es muy complicado porque, por lo general, las mujeres somos más emocionales a la hora de comprar y los hombres son más prácticos”, apunta.

¿Dónde quedan entonces escenas como la de la película romántica (500) días juntos? En la cinta que Zooey Deschanel y Joseph Gordon-Levitt protagonizaron en 2009, los actores interpretan a una joven pareja que en una de las secuencias acude a Ikea y, lejos de tirarse los trastos a la cabeza, se dedica a bromear en los salones y cocinas de exposición y a reírse y besarse tirados en la cama de uno de los dormitorios. Una escena que, para la mayoría de las parejas que acuden a la tienda sueca, es más fantástica que la saga de El señor de los anillos.

Patricia Rosillo explica el motivo por el que muchos somos incapaces de disfrutar eligiendo muebles para nuestro hogar junto a la persona que queremos, como sí hacen los personajes de esta película: "En la vida real no se nos enseña a negociar como pareja ni estamos acostumbrados a tomar tantas decisiones en un corto espacio de tiempo". Las prioridades deben hacerse comunes y para lograrlo la negociación en necesaria. "No debemos olvidar que el fin último es cocrear un lugar donde asentar la vida en pareja. Cuando no se hace una buena resolución de conflictos se acumulan rencillas no resueltas que terminan por saltar en el momento más inoportuno", anota la psicóloga.

"Se trata de una superficie cerrada e inabarcable a la que hay que ir predispuesto y concentrado. Lo mejor es ir poco a poco y dividir las compras en diferentes visitas. Lo ideal es limitar el tiempo de antemano para no acabar agotados y crispados" María Hurtado, psicóloga clínica de AGS Psicólogos Madrid

El interiorista Guille García-Hoz reconoce que, a pesar de dedicarse al mundo del diseño y la decoración, la reforma y posterior amueblado de la casa en la que vive con su marido fue uno de los peores momentos que atravesó su relación. "Nos obsesionamos con que todo sea perfecto y nos olvidamos de disfrutar del proceso. Lo que la experiencia me ha enseñado es que es importantísimo elegir bien las batallas y priorizar. Porque no vas a salirte siempre con la tuya y en una cosa u otra vas a tener que ceder", confiesa García-Hoz.

Gonzalo tiene 41 años y lleva una década viviendo con Eduardo, de 37. La convivencia en vez de ayudarles a unir posturas ha ido marcando más la diferencia de criterios de cada uno. “Eduardo es todo colorín, su ideal de hogar es una cantina mexicana, y yo con la edad me voy volviendo más nervioso y quiero superficies lisas, colores tranquilos y sensación de paz visual”, comenta a ICON Gonzalo. Esto se traduce en desencuentros por los pasillos de Ikea que acaban en drama. Sin embargo, al igual que el interiorista Guille García-Hoz, sabe que debe ceder en algunos puntos de vista para poder imponerse en otros. “¿Que tú quieres esa alfombra multicolor que más que invitar a la calma invita a jugar al Twister? Vale, pero entonces ponemos unas cortinas color hueso. Al final esto parece una casa esquizofrénica donde viven Frida Kahlo y Mies van der Rohe, pero al menos no se ha roto un matrimonio”, explica Gonzalo.

¿Existe la cura, entonces, para las matrimoniadas que muchas parejas representan a diario entre estanterías Billy y cómodas Hemnes? Rosillo recomienda limitar el tiempo que se va a dedicar a comprar y premiarse con algo que sirva como incentivo final a la visita. “Salir a cenar a un sitio que nos guste o ir al cine o al teatro después de haber pasado la tarde pensando en medidas y muebles ayuda a que sea más llevadero y cojamos la excursión a Ikea incluso con ganas”, aconseja la psicóloga. María Hurtado destaca lo importante que es tirar de empatía en estas situaciones. “El cansancio emocional que produce tener que tomar tantas decisiones en un espacio que se percibe como inabarcable nos cambia el estado de ánimo, por eso debemos pensar en que la otra persona está tan agotada como nosotros y elegir bien las palabras que vamos a usar”, anota Hurtado.

Si nada de esto funciona, queda el alivio que nunca defrauda a los españoles: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Y es que lo sorprendente sería poner fin a la visita traspasando la puerta giratoria de los grandes almacenes agarrados a la mano de nuestra pareja, sonriendo y queriendo repetir al día siguiente.

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