Columna

La derecha tradicional, en crisis

Las derrotas y victorias de los partidos conservadores sugieren que las transformaciones sociales y económicas están tensionando sus bases sociales

El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, en un colegio electoral de Dublín este sábado. Damien Storan (AP)

Hemos escrito mucho de la supuesta crisis de la socialdemocracia y de sus posibles causas: bases tradicionales empequeñecidas, dificultad para articular mayorías cuando sus potenciales votantes expresan demandas cada vez más diversas… Hablamos, en cambio, mucho menos de la crisis de la derecha moderada tradicional. En parte es lógico, pues su declive ha sido menor y es más tardío. Pero se nos acumula evidencia apuntando a un deterioro estructural también de estos partidos. El último ejemplo es Irlanda, que por primera vez desde su independencia ha visto cómo ninguno de sus dos partidos hegemón...

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Hemos escrito mucho de la supuesta crisis de la socialdemocracia y de sus posibles causas: bases tradicionales empequeñecidas, dificultad para articular mayorías cuando sus potenciales votantes expresan demandas cada vez más diversas… Hablamos, en cambio, mucho menos de la crisis de la derecha moderada tradicional. En parte es lógico, pues su declive ha sido menor y es más tardío. Pero se nos acumula evidencia apuntando a un deterioro estructural también de estos partidos. El último ejemplo es Irlanda, que por primera vez desde su independencia ha visto cómo ninguno de sus dos partidos hegemónicos de centro-derecha ha sido el más votado.

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Se podría pensar que las circunstancias económicas negativas hacen a todos los partidos de Gobierno más vulnerables, pero esta no parece una buena explicación para el caso irlandés, cuya situación económica agregada es comparativamente envidiable, o el alemán, donde a pesar de disfrutar de unos niveles de desempleo históricamente muy bajos, los sondeos sitúan a la democracia cristiana por debajo del 30% de los votos por primera vez desde la II Guerra Mundial.

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Resulta igualmente ilustrativo observar la forma en que algunas fuerzas de derecha han tenido que transformarse para mantener el poder. En un sistema mayoritario como el británico, los conservadores han logrado uno de sus mejores resultados incorporando a su programa (veremos si de forma genuina o meramente discursiva) el aumento de la inversión pública, una política industrial más activa y la atención a las partes más deprimidas del país, además de la retórica nacionalista asociada al Brexit. En un sistema multipartidista como el austriaco, la democracia cristiana ha logrado permanecer en el poder pactando secuencialmente en un intervalo de solo cinco años con socialdemócratas, radicales de derecha y verdes.

Tanto sus derrotas como sus victorias sugieren que las transformaciones sociales y económicas están tensionando las bases sociales de los partidos de derecha moderada: para conservar sus apoyos, en algunos países estos partidos se fragmentan; en otros se reinventan importando propuestas casi en las antípodas de lo que defendían hace unos años. Deberíamos prestar más atención a estos fenómenos, porque en ellos se esconden algunas de las claves del tipo de competición política que tendremos en el futuro.@jfalbertos

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