Jeremy Hackett: un ‘gentleman’ viste como dice este señor

Ha vuelto a la sastrería a medida y a la calle donde tuvo su primer trabajo, esta vez convertido en icono del estilo británico más universal y transversal. La empresa que lleva su nombre ya no es suya, pero el gusto siempre lo será

Jeremy Hackett posa para ICON en su nueva tienda de Savile Row. “Le he dicho al equipo que la fiesta ha terminado. Ahora debemos hacer que esto funcione”, nos cuenta sosteniendo aún una copa de champán.Manuel Vázquez

Jeremy Hackett (Reino Unido, 1953) está exultante. Hace apenas una hora ha abierto al público su tienda en el 14 de Savile Row, epicentro de la sastrería inglesa. Aunque desde 2005 su marca es propiedad de un fondo de inversión español (nuestro país es su mejor mercado), sigue siendo la imagen y el ideólogo de la casa de moda que fundó hace 35 años. Nos recibe en lo que será su oficina, parlanchín y, sobre t...

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Jeremy Hackett (Reino Unido, 1953) está exultante. Hace apenas una hora ha abierto al público su tienda en el 14 de Savile Row, epicentro de la sastrería inglesa. Aunque desde 2005 su marca es propiedad de un fondo de inversión español (nuestro país es su mejor mercado), sigue siendo la imagen y el ideólogo de la casa de moda que fundó hace 35 años. Nos recibe en lo que será su oficina, parlanchín y, sobre todo, despreocupado y con nada ya que demostrar. “No me pidas que te recomiende un hotel, o un restaurante, o una tienda. Odio eso”.

¿Qué tal volver a esta calle? Ya he estado aquí. Hace 40 años. En Bristol había suspendido los exámenes y me vine a Londres, para cumplir la maldición de mi padre: “Si no espabilas, acabarás trabajando en una tienda”. Trabajé en la de John Michael Ingram. Vendiendo y haciendo de mediador, pues los sastres siempre son muy bordes con los clientes. Yo debía suavizar esa relación. Aprendí sobre ropa y sobre personas. No soy un sastre. Contrato sastres.

Jeremy posa junto a Juan Carlos Benito, jefe de corte de la nueva sastrería de Hackett.Manuel Vázquez

¿Le cuesta saber qué es algo Hackett y qué no hoy? Cambiar de golpe no es garantía de nada. Así, lo mejor es mover a tu cliente a ritmo pausado. Ayer hablaba de que ha crecido la demanda de pantalones anchos para hombre. Tal vez ese tipo de prenda no es lo nuestro, pero si cogemos pantalones de críquet, los podemos llevar a nuestro estilo. Alguien de la moda los verá como algo de los años treinta apegado a la tendencia; nuestro cliente, como algo muy inglés.

¿Molesta tener una prenda tan icónica como el polo Hackett? Y, sobre todo, ¿lleva bien que al universalizarse lo vistan personas muy dispares? Algunas, deduzco, no son sus clientes ideales. Mira, hicimos un polo porque patrocinábamos a un equipo de polo. Se hizo popular y lo vendemos en mansiones y bloques de apartamentos, en fincas y en campos de fútbol… [entra un miembro del equipo y pregunta si va todo bien. Hackett le dice que, con dos copas de champán, mejor].

¿Cómo gestiona esto de ser el portavoz del gentleman inglés, sea eso lo que sea? Muchos creen que es solo ropa. Ser gentleman va mucho más allá. Es cómo tratas a la gente, tu sensibilidad. Te puedes vestir como un gentleman inglés y ser un idiota. Mira Ralph Lauren. Ha robado el estilo inglés… Lo digo con cariño, le ha salido genial. La gente dice que es muy inglés, yo creo que es muy americano. Ha hecho un estupendo trabajo. Ralph es New England, yo soy Old England. Esta es la forma más bonita que he encontrado de responder cuando me preguntan sobre Ralph.

Pero yo no le he preguntado… Ya, pero es que me ibas a preguntar. Y ya así nos quitamos algo de en medio. Yo antes le vendía ropa a Ralph, es muy majo. Un tipo fantástico haciendo ropa y mezclando cosas.

Hackett en sus inicios, rodeado de toda la artillería ‘british’ que le haría grande.

¿Son las colaboraciones una forma de renovar su interés por todo esto? Sin duda. Podíamos haber llamado a alguien para que nos hiciera la colonia, poner nuestro nombre en el frasco y listos, pero me interesaba hacerla con alguien reputado, muy inglés y nada nacionalista, como D.R. Harris. Lo mismo con Aston Martin. ¿Viste el estampado Príncipe de Gales que hicimos? Precioso. Ahora van a sacar un coche SUV.

El SUV es el único Aston Martin en el que podría usted meter a sus amados y célebres perros…

Ja ja… ¿Cómo lo sabes? Espero que me hagan, al menos, un descuento en el coche.

Viendo su cuenta de Instagram, se denota que usted es medio influencer. Deben darle cosas gratis. Mi cuenta es algo muy personal. No quiero vender cosas a través de ella. Mis perros se han hecho más famosos que yo. Y, mira, no paran de ofrecerme cosas gratis, supongo que sí soy influencer [ríe], pero jamás las acepto. El otro día subí una imagen de unos zapatos que me hicieron en George Cleverley. Eran muy bonitos y sé que hay gente que me sigue, gente buena que me sigue, porque me sigue gente realmente buena [ríe de nuevo] a quien le pueden interesar.

¿Pagó por los zapatos? Claro… Me hicieron un descuento. Es normal, ¿no?

¿Cómo fue aceptar que debía vender la compañía? Decepcionante y también un desahogo. Estábamos al borde de la bancarrota. Lo único que pedí es que se pagara a todos los proveedores, muchos de ellos pequeños, independientes. No hubiera podido dormir si no se les hubiera pagado lo que se les debía. Y, claro, no saqué dinero de la venta. No soy un hombre de negocios, ya ves.

No sabrá de negocios, pero estamos en su oficina… A ver, mi oficina es esto [señala la zona de sofás en la que estamos sentados, ignorando el espartano escritorio]. Mis mejores negocios salen de comidas o de esto [levanta la copa de champán], jamás de una sala de reuniones.

¿Se siente en paz con el presente? Cuanto mayor me hago, más en paz estoy con lo que pasa. Estoy más tranquilo ahora que cuando tenía 30 años. Esto ayuda [muestra la copa de champán y sonríe]. A ver, esto de beber no lo hago normalmente, pero hoy es un día especial. ¿Otra?

Obvio. Ya pido yo.

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