Columna

Aritmética

En el aire flotan preguntas más valiosas que sus respuestas. ¿Quiénes han provocado la irrupción de Más País en esta campaña electoral? ¿Quiénes son los responsables de que el 10-N se repitan las generales?

Alberto Garzón y Pablo Iglesias en 2016.JAIME VILLANUEVA

No es fácil aplicar la aritmética en la izquierda de la capital. En mayo de 2015, Alberto Garzón declaró que, si viviera en Madrid, no votaría a su propio partido. En junio expulsó, de un día para otro, a la totalidad de los militantes de IU-Comunidad de Madrid, que habían votado en contra de la convergencia con Podemos. Cuatro años después, IU, integrada ya en Podemos, promovió una candidatura para disputar a Carmena el Ayuntamiento de Madrid. En la campaña de las municipales, Iglesias pidió el voto para Madrid en Pie. Quienes le aplaudieron son los mismos que aplaudieron a Garzón hace cuatro...

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No es fácil aplicar la aritmética en la izquierda de la capital. En mayo de 2015, Alberto Garzón declaró que, si viviera en Madrid, no votaría a su propio partido. En junio expulsó, de un día para otro, a la totalidad de los militantes de IU-Comunidad de Madrid, que habían votado en contra de la convergencia con Podemos. Cuatro años después, IU, integrada ya en Podemos, promovió una candidatura para disputar a Carmena el Ayuntamiento de Madrid. En la campaña de las municipales, Iglesias pidió el voto para Madrid en Pie. Quienes le aplaudieron son los mismos que aplaudieron a Garzón hace cuatro años, los mismos que ahora acusan a Errejón de dividir a la izquierda. Son sólo dos ejemplos de lo que puede llegar a entenderse por dividir, o por sumar, en la izquierda madrileña. En el aire flotan preguntas más valiosas que sus respuestas. ¿Quiénes han provocado la irrupción de Más País en esta campaña electoral? ¿Quiénes son los responsables de que el 10-N se repitan las generales? ¿Quiénes le han dado a la derecha una vida extra cuando estaba resignada a haber perdido la partida? Si este fuera un país normal, Sánchez e Iglesias habrían dimitido después de fracasar. Nosotros hemos sido incapaces de formar Gobierno, habrían reconocido, que vengan otros a intentarlo. Eso habría sido más razonable que una convocatoria de nuevas elecciones con los mismos candidatos para llegar, presumiblemente, a un idéntico callejón sin salida. Pero la furiosa decepción de millones de españoles puede acabar convirtiendo en virtud el presunto pecado de Errejón. La división desembocará en suma si es capaz de activar un factor que no aparece en las encuestas. Se llama ilusión y, en este momento, es tan inalcanzable para el PSOE como para UP.

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