Cartas al director

Arte en tiempos de ‘selfies’

La semana pasada viajé a París y visité el Louvre, cita obligatoria. Es un auténtico laberinto. Eso sí, hay algo marcado con carteles, flechas y casi incluso con luces de neón: la sala en la que se encuentra La Mona Lisa. Es la joya de la corona, la mayoría de la gente va hasta allí solo para verla. En un lugar donde debería primar el silencio y la observación, solo había ruido y muchos, muchos móviles. Había personas que, teléfono en mano, se hacían selfies de espaldas al cuadro, viéndolo únicamente a través de la pantalla para, después, irse. La tenían del...

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La semana pasada viajé a París y visité el Louvre, cita obligatoria. Es un auténtico laberinto. Eso sí, hay algo marcado con carteles, flechas y casi incluso con luces de neón: la sala en la que se encuentra La Mona Lisa. Es la joya de la corona, la mayoría de la gente va hasta allí solo para verla. En un lugar donde debería primar el silencio y la observación, solo había ruido y muchos, muchos móviles. Había personas que, teléfono en mano, se hacían selfies de espaldas al cuadro, viéndolo únicamente a través de la pantalla para, después, irse. La tenían delante y ni la miraban pues no estaban allí para verla, sino para poder decir que lo estaban, para dar envidia a sus amigos y familiares. Hemos perdido el foco, hemos dejado de comprender el valor real de las cosas. Perdemos el sentido del arte, de la esencia de las cosas, de la fugacidad de los momentos únicos. Se nos va a pasar la vida queriendo contar que la vivimos.

Lydia Mangado González. Sesma (Navarra)

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