Columna

Voto reptiliano

En estas elecciones, como en el mundo de los reptiles, no se trata de ganar, sino de sobrevivir

El líder de Ciudadanos Albert Rivera en un mitin en Sevilla. PACO PUENTES

Como en una Final Four, las formaciones veteranas (PSOE y PP) afrontan esta campaña con más calma que las nuevas (Ciudadanos y Podemos). Capítulo aparte merece Vox, que no sabemos si será el Leicester o el Alcoyano. Pero el 28 de abril, las cuatro grandes marcas políticas se juegan la temporada. Y sus líderes, el puesto de entrenador en unos banquillos explosivos, llenos de rebeldes sustitutos.

Podemos y Ciudadanos ya no tienen la inocencia de los novatos. Han jugado unas temporadas en la máxima división y se espera que actúen con solvencia. Sufren mucha presión mediát...

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Como en una Final Four, las formaciones veteranas (PSOE y PP) afrontan esta campaña con más calma que las nuevas (Ciudadanos y Podemos). Capítulo aparte merece Vox, que no sabemos si será el Leicester o el Alcoyano. Pero el 28 de abril, las cuatro grandes marcas políticas se juegan la temporada. Y sus líderes, el puesto de entrenador en unos banquillos explosivos, llenos de rebeldes sustitutos.

Podemos y Ciudadanos ya no tienen la inocencia de los novatos. Han jugado unas temporadas en la máxima división y se espera que actúen con solvencia. Sufren mucha presión mediática, pero siguen teniendo poca experiencia. Una combinación que hace que les tiemblen las manos en momentos críticos.

Renqueantes en las encuestas, ni Podemos ni Ciudadanos aspiran a ganar sus correspondientes semifinales por la hegemonía de la izquierda y la derecha. Han renunciado a hacer el sorpasso al PSOE y PP. Descartada la victoria, su objetivo es ahora perder por la mínima. En lugar de maximizar el número de votos, tratando de pescar electores tanto en el centro como en los extremos, ahora prefieren minimizar pérdidas. Podemos y Ciudadanos no buscan convencer a los indecisos, sino retener a los convencidos, a quienes ya votaron a Iglesias y Rivera.

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Es ahí donde entra la psicología. Para persuadir a alguien de hacer lo que nunca ha hecho, como tomar una carretera nueva o votarte en unas elecciones, debes activar lo que Daniel Kahneman llama el Sistema 2: la parte del cerebro que piensa despacio. Debes elaborar un discurso que dialogue con la parte lógica y consciente del elector, presentando los costes y beneficios de votarte a ti y no a tus rivales.

Pero, para recorrer un camino que hemos transitado muchas veces o votar al mismo partido, a nuestro cerebro, que es vago por naturaleza, le basta con encender el Sistema 1: el mecanismo que piensa de forma rápida y automática. Es el instinto reptiliano, que no demanda un mensaje racional y original, sino emocional y estereotipado.

Lo vemos en esta campaña, sobre todo, aunque no exclusivamente, en Podemos y Ciudadanos. Fuera las sutilezas que intenten seducir al neocórtex y adentro las ideas simples que exciten el sistema límbico: ¡levantaos, víctimas! (ya sea de los poderes fácticos o del traidor Sánchez).

En estas elecciones, como en el mundo de los reptiles, no se trata de ganar, sino de sobrevivir. @VictorLapuente

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