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Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Los arquitectos nos quieren

El Colegio de Arquitectos de Madrid nombró 12 colegiados de honor en una iniciativa, antes reservada a los profesionales, y ahora abierta a la sociedad

El cantante Joaquín Sabina agradece su colegiatura de honor en el COAM.Ana Amado

El padre de Joaquín Sabina quería “como todos los padres de clase media que su hijo fuera arquitecto. Y se quedó en tonadillero”. El cantante reconoció el lunes 18, en el auditorio del Colegio de Arquitectos de Madrid, que los paisajes de su vida son urbanos. También que la insignia de platino reservada para los colegiados de honor era el premio más extraño e inesperado que le habían dado en su vida, repleta de calles y le...

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El padre de Joaquín Sabina quería “como todos los padres de clase media que su hijo fuera arquitecto. Y se quedó en tonadillero”. El cantante reconoció el lunes 18, en el auditorio del Colegio de Arquitectos de Madrid, que los paisajes de su vida son urbanos. También que la insignia de platino reservada para los colegiados de honor era el premio más extraño e inesperado que le habían dado en su vida, repleta de calles y letras llenas de arquitectura.

La diseñadora Sybilla Sorondo Myelzwinska le debe mucho “al montón de arquitectas que desfilaron por su tienda y a todos los arquitectos que llevaron a sus mujeres para que se vistieran en ella”. Doy fe de que la primera vez que entrevisté a Zaha Hadid, año 1991 en el hotel Colón de Barcelona, llevaba un bolso verde, con forma de huevo, diseñado por Sybilla. Fue ella la que me lo dijo. Por entonces a Hadid la llamaban “arquitecta de papel”. Sus dibujos fascinaban y desconcertaban a partes iguales. No había logrado construir más que el piso de su hermano y un restaurante en Sapporo. Por eso ella misma –que luego vestiría de Miyake y Martin Margiela- se hacía entonces la ropa. No podía permitirse a los grandes modistos pero se había comprado un bolso de Sybilla.

Son muchos los niños –mis hijos incluidos- que han conocido antes el Carabanchel del Manolito gafotas, el tercer hijo de Elvira Lindo, que las calles del barrio donde viven. La escritora, otra de las nuevas colegiadas de honor, también habló de los paisajes urbanos, específicamente madrileños, por los que se mueven sus personajes. La de Lindo es una ciudad diversa, amplia y plural. Sus personajes infantiles circulan por barrios que no visitan los turistas. Sus calles son cotidianas, sus pisos conocidos, sus comercios reconocibles y por eso su ciudad –de Carabanchel a la Gran Vía- es de los retratos más amplios que se pueden hacer de una urbe.

Entre los premiados había un pintor de Tomelloso, una diseñadora nacida en Nueva York, un cantante de Jaén, una galerista de Santander y esta periodista de Barcelona. Esa suma hace la ciudad

El economista Emilio Ontiveros, que tiene dos hijos arquitectos, estaba feliz de poder hablar por fin, de tú a tú, a sus vástagos. Sabe que la forma de una ciudad retrata las prioridades de una sociedad: las sociales y las arquitectónicas, las técnicas y las sanitarias, las culturales y las urbanísticas. Y, por supuesto, las económicas. Así recordó que el progreso económico es impensable sin el desarrollo urbano. Fueron muchos los no arquitectos que, por una vez, en el COAM hablaron de su deuda con la arquitectura. La galerista Soledad Lorenzo habló de su hermano arquitecto. Y de cómo su cultura, su capacidad de pensar en el futuro –prospección lo llaman- la ayudó a ver el mundo, a entender el arte y a iniciarse como galerista.

Los que llegamos a Madrid, los que venimos mucho por aquí o los pocos que nacieron aquí no somos capaces de mirar la esquina entre la Gran Vía y la Calle del Caballero de Gracia sin pensar en el lienzo La Gran Vía que durante semanas pintó António López cuando un cartel de la joyería Piaget ocupaba media fachada. El pintor recogió la insignia vestido con una camisa roja, un color que una no recuerda en sus cuadros.

El musicólogo José Luis Téllez entendió la estructura musical cuando estudiaba arquitectura, y la paisajista Susana Canogar se tituló en Estados Unidos antes de que el paisajismo se considerase en España disciplina arquitectónica. El historiador Pedro José de Navascués y de Palacio y el ingeniero de caminos Miguel Aguiló Alonso también tienen una vida profesional tejida con tramas urbanas. Pero fue el médico exalcalde de Barcelona y exdirector ejecutivo de Onu-Hábitat, Joan Clos i Matheu quien puso el dedo en la llaga: “formo parte de un grupo profesional al que le cuesta mucho abrirse”. No se imaginaba a un médico premiando a un no médico para hacer avanzar la medicina. De modo que aceptó el honor y dio la enhorabuena a los arquitectos como un colegiado crítico.

Esta periodista estuvo en el acto de nombramiento de Colegiados de honor que busca encontrar lazos que unan la arquitectura y la sociedad. Además, recibió una insignia de platino que a los colegiados por méritos, y no solo por honor, les cuesta 60 años conseguir. Como el acercamiento entre los arquitectos y la sociedad es tan necesario, como el acto fue tan feliz y como esto es un blog y admite subjetividades, aquí lo cuento en primera persona.

Entre los premiados había un puñado de madrileños y un pintor de Tomelloso, un exalcalde de Barcelona, una diseñadora nacida en Nueva York, un cantante de Jaén, una galerista de Santander, un economista de Ciudad Real y esta periodista de Barcelona. Esa suma hace la ciudad. Eso es lo mejor de Madrid.

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