Tribuna

Un Brexit duro

Reino Unido está preparando su logística para afrontar una salida sin acuerdo de la UE

La premier Theresa May con el canciller austríaco Sebastian KurzGETTYIMAGES

Donald Trump aconsejó a Theresa May que demandara a la Unión Europea, y Matteo Salvini, el viceprimer ministro populista de Italia, que no se dejara “intimidar” por Bruselas. En las últimas semanas, la primera ministra británica ha recibido el apoyo inesperado de varios dirigentes populistas extranjeros. Algunos, como Salvini y Sebastian Kurz, el canciller austriaco, le han proporcionado un verdadero balón de oxígeno, al insinuar que quizá estén dispuestos a entablar negociaciones bilaterales, al margen de la Comisión. Austria acogerá a finales de septiembre una reunión informal de líderes de ...

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Donald Trump aconsejó a Theresa May que demandara a la Unión Europea, y Matteo Salvini, el viceprimer ministro populista de Italia, que no se dejara “intimidar” por Bruselas. En las últimas semanas, la primera ministra británica ha recibido el apoyo inesperado de varios dirigentes populistas extranjeros. Algunos, como Salvini y Sebastian Kurz, el canciller austriaco, le han proporcionado un verdadero balón de oxígeno, al insinuar que quizá estén dispuestos a entablar negociaciones bilaterales, al margen de la Comisión. Austria acogerá a finales de septiembre una reunión informal de líderes de la UE en Salzburgo en la que, promete Kurz, May tendrá la oportunidad de hablar con los Estados miembros individualmente, lejos de la Comisión y de Bruselas.

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Este respaldo ayudó a May a sobrevivir a una tormenta política a principios de julio. Dos ministros partidarios del Brexit, el ministro encargado del tema, David Davis, y el estrafalario ministro de Exteriores, Boris Johnson, presentaron su dimisión y acusaron a May de obligarles a aceptar un Brexitdemasiado blando. Todo lo contrario de lo que pensaba Michel Barnier, el negociador principal de la UE, que rechazó las propuestas aduaneras incluidas en el Libro Blanco de May para abandonar la Unión Europea.

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Para los líderes populistas, las negociaciones entre Londres y Bruselas son un laboratorio del que debería salir un nuevo modelo de cooperación económica y política, que refleje el equilibrio de poder y las necesidades del presente y no las de la Europa de posguerra, una nueva Unión que conceda más independencia a los miembros y menos poder a los burócratas europeos; creen que pueden utilizar el Brexit para sus propios fines.

Reino Unido ya no está tan aislado como en junio de 2016, después del referéndum. Por eso, la primera ministra puede enfrentarse a la negativa de la Comisión Europea a aceptar sus condiciones y a las presiones para implantar un modelo de cooperación como el de Noruega, que supondría permanecer en el Espacio Económico Europeo.

Con la perspectiva de hipotéticos acuerdos bilaterales, ni siquiera la posibilidad de que no haya acuerdo parece ya una catástrofe. Aunque el Partido Conservador no habla de ello, porque no quiere que empiece a cundir el pánico pensando en un repentino desabastecimiento de las tiendas en marzo de 2019, lo cierto es que se están haciendo los preparativos para un Brexit muy duro.

Europa también debería empezar a tomar medidas. Reino Unido es importador y contribuyente neto a la UE: por ejemplo, importa de la UE aproximadamente el 52% de los alimentos que consume

Siguiendo el modelo de emergencias probado el invierno pasado, durante la ola de frío extremo en Reino Unido, se ha ordenado a las fuerzas armadas que estén alerta para ayudar a llevar combustible, alimentos y medicinas a las comunidades más alejadas. Es buena idea tratar la falta de acuerdo como una catástrofe natural “previsible”: se ha recomendado a los supermercados que almacenen reservas de productos esenciales para evitar desabastecimientos, y al NHS, el sistema de salud, que prolongue todo el año el plan de crisis invernal, es decir, que se provea de medicamentos y otros productos fuera de la UE.

También se ha encargado a miles de funcionarios que se ocupen de la logística, ante la posibilidad de trastornos en las exportaciones de animales y alimentos perecederos. Para evitarlo van a mejorar los controles aduaneros en los puertos y en la entrada al túnel del Canal de la Mancha. Después del Brexit, las aduanas tendrán que supervisar alrededor de 10.000 camiones diarios, y habrá que construir más estacionamientos para evitar grandes colas en la entrada y la salida de Gran Bretaña. Interior también está reclutando a 1.300 agentes de fronteras para controlar los aeropuertos. Por último, se va a pedir a unas 250.000 pequeñas empresas que empiecen a hacer declaraciones de aduanas, en un ensayo del Brexit. Ya existe un nuevo sistema de TI para hacer pagos a los agricultores cuando dejen de llegar los subsidios de la UE.

Los Estados de la UE también deberían empezar a tomar medidas. Reino Unido es importador y contribuyente neto a la UE: por ejemplo, importa de la UE aproximadamente el 52% de los alimentos que consume. Un Brexit caótico tendrá efectos negativos en muchos países europeos. Quizá la válvula de escape que ofrecen Salvini y Kurz a May forma parte de un plan para proteger sus propios países si Bruselas, en lugar de aprovechar el Brexit para mejorar y reforzar la UE, sigue queriendo vengarse del primer país que ha decidido marcharse.

Loretta Napoleoni es economista.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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