Cuando estás arriba

Tengo una máxima grabada en un azulejo colgado en mi salón, al lado de otro cuyo lema reza: "Mi suegra es encantadora, pero de serpientes"

Un concierto de rock.Hero Images (Getty Images/Hero Images)

"Cuando estás arriba, tienes que mandar el ascensor abajo". Esta máxima que viene a decir que el deber de las personas que han triunfado es ayudar a los que empiezan siempre me ha guiado en mi carrera profesional. De hecho, la tengo grabada en un azulejo que está colgado en mi salón, al lado de otro cuyo lema reza: "Mi suegra es encantadora, pero de serpientes" y de un póster de Charlot que también me recuerda que "Si lloras porque no has visto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas".

Como soy un enamorado del feng shui, en la estantería de enfrente descansa un bú...

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"Cuando estás arriba, tienes que mandar el ascensor abajo". Esta máxima que viene a decir que el deber de las personas que han triunfado es ayudar a los que empiezan siempre me ha guiado en mi carrera profesional. De hecho, la tengo grabada en un azulejo que está colgado en mi salón, al lado de otro cuyo lema reza: "Mi suegra es encantadora, pero de serpientes" y de un póster de Charlot que también me recuerda que "Si lloras porque no has visto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas".

Como soy un enamorado del feng shui, en la estantería de enfrente descansa un búho hecho de conchas que, te sitúes donde te sitúes, parece seguirte con sus ojitos de cristal, y por supuesto mis paredes están vestidas con gotelé de purpurina… pero, a ver, que se me va la olla a Camboya…

El caso es que, el otro día, grabé con un cómico que está empezando. Es un chico murciano muy prometedor que tiene ESO con lo que se nace: GRACIA NATURAL. Todo el mundo celebra sus chascarrillos. No es que haya inventado nada nuevo pero lo hace de una manera distinta. Además está el acento, claro, el acento murciano es la llave que abre todas las risas.

Fiel a mi filosofía, en la grabación hice todo lo posible porque se sintiera cómodo y también, porqué no decirlo, brillara con luz propia —aunque fuera en perjuicio mío—. Le servía las bromas en bandeja e intentaba quitarle hierro cuando se equivocaba; le avisaba si el sudor le perlaba la frente; le indicaba dónde tenía que colocarse para que se le viera más; le corregía —sin brusquedad— cuando se comía alguna ese. En fin, que me porté con él fetén. Pero, desgraciadamente, no sirvió de nada.

El "muchachico" no dio pie con bola y se mostró, en todo momento, nerviosísimo —él se debió oler la tostada porque le temblaba el labio inferior, tenía la mirada perdida y respiraba muy fuerte—.

Si al final pudimos salvar la grabación fue gracias a mi experiencia. Pero cuando terminamos, y para que no se desanimara, lo llevé a un aparte y le dije: “Eres el ejemplo de que dedicarse a la comedia es muy duro”.

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