La corrupción que no cesa

La Operación Enredadera en diferentes Ayuntamientos de España vuelve a poner de manifiesto que el mal endémico de la política española sigue contagiando a cargos públicos. No han sido suficientes los numerosos casos ya acontecidos, ni las personas encarceladas, ni el desahucio de Mariano Rajoy de La Moncloa, para hacer ver a unos cuantos que en nuestro país —como en todos— resulta más rentable enriquecerse lícitamente. Y es que de lo contrario, tarde o temprano, los miembros de la UDEF visitarán los despachos y confiscarán los ordenadores de todos cuantos aún creen que sus negocios fraudulento...

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La Operación Enredadera en diferentes Ayuntamientos de España vuelve a poner de manifiesto que el mal endémico de la política española sigue contagiando a cargos públicos. No han sido suficientes los numerosos casos ya acontecidos, ni las personas encarceladas, ni el desahucio de Mariano Rajoy de La Moncloa, para hacer ver a unos cuantos que en nuestro país —como en todos— resulta más rentable enriquecerse lícitamente. Y es que de lo contrario, tarde o temprano, los miembros de la UDEF visitarán los despachos y confiscarán los ordenadores de todos cuantos aún creen que sus negocios fraudulentos pueden ser también opacos a la vigilancia policial. Ninguna formación política puede ya estar fuera de sospecha, pues los tentáculos de la corrupción y el dinero fácil recorren la geografía española de izquierda a derecha y de arriba abajo. Pero lo peor no es que todos ellos, más pronto que tarde, terminen dando explicaciones ante el juez, sino el halo de desconfianza y marrullería que dejan —nacional e internacionalmente— para todos los negocios de unos pocos. Y si no, pregunten por España fuera de ella.— Luis Alberto Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León).

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