Bertín, amado prócer

Gracias por iluminarnos, Bertín, y no dejes que este material se te acabe nunca.

Bertín Osborne en la presentación del programa 'Mi casa es la tuya', el 31 de agosto de 2017 en Madrid.GTRESONLINE

Querido Bertín Osborne:

Sentado en el plato del programa Los intocables de Distrito TV se te veía mal. Cuando tu hombría te obligaba a echarte para atrás y cruzarte de brazos, dejando ver tu hebilla tejana, se te veía preocupado, broncíneo, sí, pero preocupado. Porque allí se estaba tratando un tema que seguro te desvela: el rescate de 630 personas. Hablaba el presentador, hablaba el contertulio, pero no terminaban de ser lo suficientemente certeros y contundentes: se iban por las ramas.

Entonces, en u...

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Querido Bertín Osborne:

Sentado en el plato del programa Los intocables de Distrito TV se te veía mal. Cuando tu hombría te obligaba a echarte para atrás y cruzarte de brazos, dejando ver tu hebilla tejana, se te veía preocupado, broncíneo, sí, pero preocupado. Porque allí se estaba tratando un tema que seguro te desvela: el rescate de 630 personas. Hablaba el presentador, hablaba el contertulio, pero no terminaban de ser lo suficientemente certeros y contundentes: se iban por las ramas.

Entonces, en un momento mágico, de tu boca salieron palabras que son oro molido: “Si fuéramos un país que tuviéramos pleno empleo y que todo el mundo tuviera sus necesidades cubiertas, los españoles me refiero, pues hombre… Vamos a ayudar a todo el mundo, también es verdad que ahora dices: vamos a aceptar —amago de risilla— a la inmigración ilegal y encima les vamos a dar unas ayudas, y tienen sanidad y ayudas, incluso viviendas, como he escuchado también en algún caso… vamos a arreglar primero el problema de los españoles” (sic).

¿Cómo se puede tener un ojo tan precognitivo?

Dándole vueltas a ese sofisma que debería estar escrito en piedra, he llegado a una conclusión: no fue improvisado. Demasiado profundo y sustancial para ser fruto de un arrebato.

Te imagino en un porche con una copa de vino tinto en la mano. Describiendo con ella círculos en el aire, detectando aromas primarios, entornando los ojos, con la mirada perdida en un interminable olivar, pero frunciendo el ceño a pesar de todo, inmerso en profundos pensamientos: lo suyo es rescatarlos, pero claro, cada uno de estos tiene cinco familiares en su país y cuando vengan todos, que lo van a intentar, y dejen África vacía, los españoles ¿qué? ¡Jopé! Tengo gusa, voy a pedir que me hagan un bocadillo de jamón Cinco Jotas y así hago merienda cena.

Gracias por iluminarnos, Bertín —caminamos entre penumbras—, y no dejes que este material se te acabe nunca.

Por último, una duda: Aunque haya nieve en el tejado, la caldera todavía funciona, ¿no?

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