Ceguera popular

En un escenario borroso y volátil, conviene marcar perfil y anclar tus promesas electorales en unas coordenadas ideológicas

Reunión de la Junta Directiva Nacional del PP. ULY MARTÍN

En el reino de los políticos tuertos, gobernaba el ciego. Y es que, históricamente, el PP no ha necesitado una visión ideológica para ganar las elecciones. Rajoy llegó al poder no a pesar de, sino gracias a carecer de unos principios programáticos claros. Una estrategia exitosa en un entorno bipartidista, pero peligrosa en uno multipartidista.

Desde sus inicios, el PP se ha especializado en lo que los filósofos llamarían “vía negativa”. Los populares no se han definido por sus propuestas, sino por su oposición a las iniciativas socialistas. En materia económica, derechos civiles o polít...

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En el reino de los políticos tuertos, gobernaba el ciego. Y es que, históricamente, el PP no ha necesitado una visión ideológica para ganar las elecciones. Rajoy llegó al poder no a pesar de, sino gracias a carecer de unos principios programáticos claros. Una estrategia exitosa en un entorno bipartidista, pero peligrosa en uno multipartidista.

Desde sus inicios, el PP se ha especializado en lo que los filósofos llamarían “vía negativa”. Los populares no se han definido por sus propuestas, sino por su oposición a las iniciativas socialistas. En materia económica, derechos civiles o políticas sociales, el PP se vendía como el prudente Dr. Jekyll frente al impulsivo Mr. Hyde socialista. Y con esto le bastaba.

Pero la vía negativa es insuficiente en sistemas políticos fragmentados. En un escenario borroso y volátil, conviene marcar perfil y anclar tus promesas electorales en unas coordenadas ideológicas. No es extraño pues que, en otras democracias europeas, tanto los líderes conservadores como las voces más destacadas de sus formaciones se lancen al debate público. Escriben columnas, ensayos, y dan conferencias donde no hablan de la coyuntura política, sino de la estructura ideológica de su partido: desregulación de los mercados, libertad de elección de los usuarios de los servicios públicos, respeto a los valores tradicionales, etcétera. Ofrecen pistas sobre cómo, una vez en el Gobierno, resolverán los dilemas inherentes a una gobernanza moderna. Por ejemplo, entre abrir las fronteras y, al tiempo, mantener la cohesión social.

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La anomalía es el PP. Con contadas excepciones, los dirigentes populares evitan mostrar sus convicciones. No participan en los foros de discusión sobre qué valores deben inspirar las políticas públicas. Apenas escriben artículos de opinión. Y se ciñen a argumentarios superficiales y retahílas de datos macroeconómicos sin chicha ideológica. Pero el futuro del PP no depende de los números. Ni de los nombres.

Soraya, Alberto, Ana y demás candidatos a la sucesión del PP, tenéis que elaborar un discurso ideológico propio. Ahora no venceréis si no convencéis. @VictorLapuente

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