Columna

Europa, emparedada entre Trump y Putin

Urge que Europa tome su destino en sus manos reafirmando la soberanía de la Unión en el escenario geopolítico global

El presidente Donald Trump a su llegada a Quebec.LEAH MILLIS (REUTERS)

“Para los inmigrantes irregulares se ha acabado la buena vida. Han comido a costa del prójimo muy abundantemente, demasiado tiempo”. Esta indignante aseveración, de barra de bar, es obra de un admirador de Mussolini y Putin, realizada por el vicepresidente y ministro del Interior de Italia, país fundador de la Comunidad Europea: Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga. Todo lo que ha logrado Europa, el proyecto político más valioso para todas las generaciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial, está hoy amenazado. Nada dura para siempre, nos advierte la canciller Merkel, reflexionan...

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“Para los inmigrantes irregulares se ha acabado la buena vida. Han comido a costa del prójimo muy abundantemente, demasiado tiempo”. Esta indignante aseveración, de barra de bar, es obra de un admirador de Mussolini y Putin, realizada por el vicepresidente y ministro del Interior de Italia, país fundador de la Comunidad Europea: Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga. Todo lo que ha logrado Europa, el proyecto político más valioso para todas las generaciones desde el final de la Segunda Guerra Mundial, está hoy amenazado. Nada dura para siempre, nos advierte la canciller Merkel, reflexionando sobre la fragilidad de la construcción europea.

La UE aparece desquiciada ante la inmigración, incapaz de establecer una política común de asilo. La última ocurrencia que baraja es abrir un gran centro de asilo en el continente pero fuera de la Unión. Hace tiempo que el filósofo e historiador Todorov nos alertó de que “el miedo a los bárbaros es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros”. Dividida, y no solo en el eje norte-sur; desconcertada ante el populismo de derechas, exportado por el trumpismo, que ha logrado alzarse con el Gobierno italiano. Partidos populistas o rusófilos en el poder en Grecia, Hungría, Italia y Austria.

El presidente americano castiga a sus aliados, no solo europeos —también a Canadá y México— desatando una guerra comercial. Y el nacionalista Trump Primero basa el proteccionismo en la increíble excusa de defensa de la seguridad nacional. No tenemos otra opción que responder, afirma Juncker desde Bruselas, así no se trata a los aliados. Macron y Merkel se verán las caras con Trump este fin de semana en la cumbre del G7 en Canadá. ¿Quién aislará a quién? Quizás a Trump no le importe quedar aislado pero a nosotros tampoco nos importaría firmar el comunicado final a 6 aislando a EE UU, ha amenazado Macron. Bruselas recuerda a Washington que hay gente en Europa que busca lazos más estrechos con Rusia y China como alternativa al orden existente.

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Mientras tanto, Putin aprovecha la irritación europea con Trump por la guerra de aranceles para tratar de introducir una nueva brecha entre los europeos y conseguir que la UE reconsidere el levantamiento de las sanciones contra Rusia y el fin de la política de aislamiento. El nuevo Gobierno italiano aboga por reconducir la relación con Moscú. Incluso Juncker ha pedido el fin de la demonización de Putin.

El presidente ruso ha viajado a Viena para recuperar la histórica neutralidad activa de Austria, hoy miembro de la UE, cuya ultraderecha en el Gobierno empuja para reparar la relación con Moscú. Paradoja final: Europa, emparedada entre Trump y Putin. Urge que Europa, ante la absoluta falta de previsibilidad de sus amigos, los Estados Unidos de Trump, tome su destino en sus manos, reafirmando la soberanía de la Unión en el escenario geopolítico global. Y acabar con la política de aislamiento de Rusia convertida en un estúpido bumerán.

fgbasterra@gmail.com

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