Selena no está ‘selena’

Dicen que tiene un nuevo romance pero las divas también sufren de rechazo, aunque ser repudiado cuando se es una estrella no es plato de gusto

Selena Gomez en la gala del Met, el pasado 7 de mayo en Nueva York. Sean Zanni/Patrick McMullan (Getty Images)

Según leo en la prensa Selena no está “selena”.

(Me retracto de este juego de palabras tan elemental y si alguien se ha sentido regular al leerlo, pido disculpas: no volverá a ocurrir. Lo podría haber borrado pero comprenderán que he de llegar a un mínimo de palabras por columna y no estoy en condiciones —créanme— de prescindir de nada)

Por una parte, los últimos rumores en torno a su vida amorosa apuntan a que tiene un romance con el exesposo de la actriz Jennifer Aniston: Justin Theroux.

Según parece un “Justin” ...

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Según leo en la prensa Selena no está “selena”.

(Me retracto de este juego de palabras tan elemental y si alguien se ha sentido regular al leerlo, pido disculpas: no volverá a ocurrir. Lo podría haber borrado pero comprenderán que he de llegar a un mínimo de palabras por columna y no estoy en condiciones —créanme— de prescindir de nada)

Por una parte, los últimos rumores en torno a su vida amorosa apuntan a que tiene un romance con el exesposo de la actriz Jennifer Aniston: Justin Theroux.

Según parece un “Justin” saca a otro “Justin”.

(¡Oh Dios mío! Ha vuelto a ocurrir ¿se lo pueden creer? Otro juego de palabras básico; vuelvo a excusarme por ello, pero una cosa les digo: apuntalé mi carrera en la comedia no tirando ni un solo chiste)

Nada que objetar, las exparejas de Jennifer Aniston suelen ser personas muy válidas con la mirada limpia, adelante pues, porque le va a salir bueno.

También ha sido noticia la cantante tejana porque fue rechazada por una niña de unos dos años. Ella se acercó rumbosa, la quiso tomar en brazos y la pequeña se negó. Esto ya sería noticia, pero es que además se lo tomó bien; se limitó a sonreír y encogerse de hombros.

Ole, ole y ole… Chapó por la diva del dance pop, porque ser repudiado cuando se es una estrella no es plato de gusto. Lo digo por experiencia: una vez en una heladería en Mazarrón y viendo que ese día no me había reconocido nadie, me acerqué a un jubilado que se estaba tomando un limón granizado. Le ofrecí una foto conmigo, un autógrafo en el omoplato —el hombre como buen murciano, y estando en plena canícula, iba desnudo de cintura para arriba—, incluso me ofrecí a invitarle a la consumición, me respondió: “¡Déjame pijo!”

Me sentó como un tiro y llegamos a las manos; resultando las gafas y la nariz rotas. Pero bueno, alguna le di yo también.

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