Columna

Himno nacional e integración política

Es difícil que todo un país se sienta representado por la letra de un himno que puede ser cursi, chabacana o hipervanguardista

Marta Sánchez durante una rueda de prensa el pasado miércoles en Madrid.Vídeo: Juan Naharro (Getty Images). EPV

Como España no tiene problemas políticos, quieren crear otro artificial, que es la letra del himno nacional. ¿Por qué el himno español, cuyo régimen jurídico se modernizó en 1997, no debe tener letra? Nadie duda de la importancia política de los símbolos del Estado (bandera, escudo, himno). El jurista alemán Rudolf Smend decía que la integración personal en el Estado se produce por medio de la representación material de los valores históricos que mantienen su vigencia a través de los símbolos políticos, las ceremonias públicas y las fiestas nacionales. Pero los símbolos también pueden ser dest...

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Como España no tiene problemas políticos, quieren crear otro artificial, que es la letra del himno nacional. ¿Por qué el himno español, cuyo régimen jurídico se modernizó en 1997, no debe tener letra? Nadie duda de la importancia política de los símbolos del Estado (bandera, escudo, himno). El jurista alemán Rudolf Smend decía que la integración personal en el Estado se produce por medio de la representación material de los valores históricos que mantienen su vigencia a través de los símbolos políticos, las ceremonias públicas y las fiestas nacionales. Pero los símbolos también pueden ser destructivos para la convivencia. En España, tras la reinstauración de la democracia, estuvimos varios años sin modernizar unos símbolos que respondían a los principios de la dictadura. Hacía falta sustituir el escudo creado en 1938 y hacer de la bandera un símbolo de reconciliación, frente a la orden ministerial de 1936 que la restableció. Al final, se aprobaron dos leyes en octubre de 1981 que reconciliaron a la bandera bicolor con la democracia y crearon un escudo nuevo que no rompía con los anteriores escudos monárquico y republicano.

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Sin embargo, no se afrontó la renovación del himno, de modo que siguió vigente un Decreto de 1942 que regulaba el himno nacional, los cantos nacionales y los saludos (es decir, el brazo en alto). En la legislatura 1993-1996 el Ministerio de Defensa propuso al de Presidencia constituir un grupo de trabajo que elaborara un decreto que modernizara la regulación del himno. Se formó un equipo con varios ministerios más la Guardia Real y se contactó con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Además de los problemas de protocolo estaba el tema de los derechos de propiedad intelectual de los herederos de Bartolomé Pérez Casas, autor del arreglo que entonces se interpretaba. El resultado fue un borrador de Decreto que iba acompañado de un nuevo arreglo que “estrenó” la Unidad de Música de la Guardia Real en el Teatro Monumental de Madrid en 1995, en sesión no pública. Cuando el decreto estaba en condiciones de elevarse al Consejo de Ministros, Felipe González disolvió las Cortes, de modo que el nuevo Gobierno encontró en el Ministerio de la Presidencia el Decreto casi cerrado. Finalmente, se aprobó año y medio después, en 1997.

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¿Por qué no se dotó de letra al himno? Los himnos y sus letras nacieron en Europa al amparo del principio de las nacionalidades y con los nuevos Estados americanos o africanos. Eran momentos de exaltación nacional y nadie cuestionaba las letras, por hiperbólicas que fuesen, como La Marsellesa. Pero el gusto musical ha cambiado, al menos en Europa, y es difícil que todo un país se sienta representado por la letra de un himno que puede ser cursi, chabacana o hipervanguardista. En ese contexto, el himno puede ser más un instrumento de enfrentamiento que de integración, como explicaba Smend. Por eso más vale centrarse en los problemas reales del país, que los tiene, y evitar motivos ficticios de confrontación.

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