Columna

‘Juanilla’

En Cádiz es Carnaval todo el año. Hay gente que lo entiende, y gente que no

La chirigota "Mi suegra como ya dije" durante la final del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas.Foto: atlas | Vídeo: Román Ríos (EFE). ATLAS

Era la noche de San Juan y una luna llena tan bonita que parecía de encargo iluminaba la bahía de Cádiz. En el centro del pueblo de Rota, una figura de cera y trapo, hecha a mi imagen y semejanza, esperaba a las llamas sobre un promontorio de madera. Yo estaba frente a ella, con una antorcha en la mano y, a mi lado, mi amigo Felipe Benítez Reyes sostenía su propia antorcha, su muñeco junto al mío. Tras distinguirnos a ambos con el honor de ser los Juanillosde 2017, los organizadores de la noche de San Juan roteña nos invitaron a encender la pira en la que nuestras figuras arderían has...

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Era la noche de San Juan y una luna llena tan bonita que parecía de encargo iluminaba la bahía de Cádiz. En el centro del pueblo de Rota, una figura de cera y trapo, hecha a mi imagen y semejanza, esperaba a las llamas sobre un promontorio de madera. Yo estaba frente a ella, con una antorcha en la mano y, a mi lado, mi amigo Felipe Benítez Reyes sostenía su propia antorcha, su muñeco junto al mío. Tras distinguirnos a ambos con el honor de ser los Juanillosde 2017, los organizadores de la noche de San Juan roteña nos invitaron a encender la pira en la que nuestras figuras arderían hasta consumirse. ¡Qué bien has ardido, hija! Hubo besos, abrazos, felicitaciones, mucho cariño y mucho cachondeo en una noche larga y cálida, memorable. No era Carnaval, pero su espíritu animaba una fiesta a la que sus organizadores le habían dado la vuelta porque sí, porque les había dado la gana. Es demasiado trabajo para quemar a alguien que nos cae mal, decidieron hace ya muchos años, vamos a convertirlo en un homenaje y así quemamos mejor a alguien que nos caiga bien… En Cádiz es Carnaval todo el año. Hay gente que lo entiende, y gente que no, pero la comprensión del fenómeno no afecta a su naturaleza. Lo recuerdo ahora ante el estupor del letrista de la chirigota de Chiclana que, después de colocar a un muñeco de Puigdemont en una guillotina de cartón piedra, no comprende el escándalo que se ha liado. No pretendo teorizar sobre el humor, sobre el odio, ni dividir el mundo en dos mitades, argumentando que quienes no viven en un lugar no pueden entender los sentimientos de sus gentes, pero sí puedo contar que el verano pasado a mí me quemaron en un pueblo de Cádiz, y que lo hicieron porque me quieren. Aunque, seguramente, no tanto como les quiero yo a ellos.

 

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