Cedo la palabra a mi fan

Me empecé a mosquear cuando me hicieron viajar en Blablacar con: una chica que opositaba a celadora, un belenista de Cieza y un vegano

Getty Images

Aprovechando que estamos en estas fechas señaladas —por cierto, “fechas” y “señaladas” son palabras que van juntas, como “situación” se acompaña de “dantesca”, “globosdeoro” de “antesaladelososcars” o “gilipollas” de “integral”, por poner solo tres ejemplos— organicé un concurso en mi club de fans; el ganador compartiría una jornada conmigo. Finalmente, el afortunado fue un muchacho pelirrojo natural de Puente Tocino, Murcia. Fue una experiencia maravillosa compartir ese tiempo con él y me gustaría que supiera que nunca lo olvidaré… como fuera que se llamara. Para él tuvo que...

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Aprovechando que estamos en estas fechas señaladas —por cierto, “fechas” y “señaladas” son palabras que van juntas, como “situación” se acompaña de “dantesca”, “globosdeoro” de “antesaladelososcars” o “gilipollas” de “integral”, por poner solo tres ejemplos— organicé un concurso en mi club de fans; el ganador compartiría una jornada conmigo. Finalmente, el afortunado fue un muchacho pelirrojo natural de Puente Tocino, Murcia. Fue una experiencia maravillosa compartir ese tiempo con él y me gustaría que supiera que nunca lo olvidaré… como fuera que se llamara. Para él tuvo que ser el recopetín porque me pidió relatar su experiencia y, pareciéndome buena idea, le permito hacerlo aquí, en mi columna semanal. Os dejo con él —espero que no se exceda con los halagos—.

Se me ocurrió participar en el concurso Pasa un día Chanante con el genial Joaquín Reyes y, mira tú por dónde, lo gané. En las bases se indicaba que todos los gastos estaban incluidos; “A tutiplén” es lo que ponía exactamente, pero me empecé a mosquear cuando me hicieron viajar en Blablacar con: una chica que opositaba a celadora, un belenista de Cieza y un vegano.

Al llegar a Madrid, en concreto a la estación de Príncipe Pío que es donde me apearon, no había nadie para recibirme y me tuve que desplazar con mis propios medios al restaurante donde íbamos a almorzar: un Burger King sito en el polígono Cobo Calleja. Me las apañé para acudir puntual, no se puede decir lo mismo de Joaquín Reyes, que se retrasó dos horas, además llegó mareado, sujetándose a las paredes. Me confundió con varias personas a las que besó y abrazó y con las que se hizo varios selfies. Cuando finalmente me presenté, se me echó a llorar repentinamente balbuceando que “era un payaso que por fuera reía, pero que por dentro sufría”. Después se esfumó.

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