El asesino enmascarado nunca muere

El subgénero de terror en el cine 'slasher' nació en los setenta, arrasó en los ochenta, revivió a finales de los noventa y parecía muerto y enterrado. Hasta hoy. El mal ha vuelto

Nick Castle, el abominable asesino Michael Myers en ‘La noche de Halloween’, bromea con una lata de Dr. Pepper, el refresco más abominable.

En el guion de La noche de Halloween, escrito por John Carpenter y Debra Hill en 1976, se describía a un asesino que lleva una máscara cuyas facciones parecían “un rostro humano inexpresivo y pálido”. Con un presupuesto de 300.000 dólares y 20 días de rodaje no había medios para fabricar nada parecido. El ayudante de dirección, Tommy Lee Wallace, compró una máscara del capitán Kirk de Star trek por dos dólares y descargó un espray de pintura blanca encima.

El resultado es, probab...

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En el guion de La noche de Halloween, escrito por John Carpenter y Debra Hill en 1976, se describía a un asesino que lleva una máscara cuyas facciones parecían “un rostro humano inexpresivo y pálido”. Con un presupuesto de 300.000 dólares y 20 días de rodaje no había medios para fabricar nada parecido. El ayudante de dirección, Tommy Lee Wallace, compró una máscara del capitán Kirk de Star trek por dos dólares y descargó un espray de pintura blanca encima.

El resultado es, probablemente, lo más pesadillesco que hemos visto en la pantalla. Aquella película se convirtió en un éxito y en la madre de todo el subgénero slasher (que en su traducción al español sería "acuchillador"), o sea, ese en el que un asesino sin rostro mata a jóvenes sin motivo aparente y de formas originales. Que el asesino llevase la máscara de un héroe intergeneracional de la ciencia ficción no puede interpretarse como otra cosa que serendipia: tanto este Michael Myers como Jason Voorhes, de Viernes 13, o Leatherface (Caracuero), de La matanza de Texas, pasarían muy pronto a convertirse en iconos del folclore estadounidense que hasta los niños reverencian en la noche de difuntos o en carnaval.

Y ha regresado. Feliz día de tu muerte, que se ha estrenado en España este mes, es un éxito en EE UU (la secuela ya está en marcha). En ella, una adolescente se ve obligada a revivir una y otra vez el día de su asesinato a manos de alguien que lleva una máscara de payaso. Esto se repetirá hasta que sea capaz de adivinar quién se esconde tras ella.

La saga Halloween vuelve en octubre de 2018 para celebrar su 40º aniversario con su heroína original, Jamie Lee Curtis. En televisión, Scream vive una segunda juventud gracias a una serie aupada por Netflix y MTV que está a punto de estrenar tercera temporada. Y una serie canadiense, Slasher, hace honor al buen nombre del subgénero ofreciendo al espectador exactamente lo que quiere ver: todos los lugares comunes que ya conoce.

Estos dejan a la vista unos remaches y patrones ideales para unos análisis sesudos que a veces son más interesantes que las propias películas: del género slasher se ha dicho que nació para condenar la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y la forma en que enviaba a morir a sus jóvenes; también que denunciaba la corrupción moral de la juventud entregada al sexo y las drogas en plena época del sida (la superviviente siempre era virgen y abstemia); y también que fue el gran bastión del feminismo para las masas: la superviviente siempre era una chica fuerte que triunfaba ante una audiencia mayoritariamente masculina.

¿Hemos intelectualizado demasiado la cuestión? Que lo suavice John Carpenter: “Los fans solo quieren ver la misma película una y otra vez”. Pues tócala otra vez, John.

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