El juego de las sillas en el Parlamento alemán

Los liberales se resisten a sentarse junto a los diputados de extrema derecha en el Bundestag

El hemiciclo del Bundestag en Berlin. JOHN MACDOUGALL (AFP)

El Parlamento alemán nacido de las elecciones del pasado 24 de septiembre no ha echado todavía a andar y ya han surgido los primeros roces. En concreto, los diputados se pelean desde hace días por ver quién se sienta al lado de quién en el hemiciclo. O mejor dicho, por ver al lado de quién no se sientan. El origen del conflicto es Alternativa por Alemania (Afd), el partido ultranacionalista que entra por primera vez al Bundestag con 92 diputados y que se han convertido en los apestados oficiales de la política alemana. Nadie se quiere sentar a su lado.

A los liberales, que entran de nu...

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El Parlamento alemán nacido de las elecciones del pasado 24 de septiembre no ha echado todavía a andar y ya han surgido los primeros roces. En concreto, los diputados se pelean desde hace días por ver quién se sienta al lado de quién en el hemiciclo. O mejor dicho, por ver al lado de quién no se sientan. El origen del conflicto es Alternativa por Alemania (Afd), el partido ultranacionalista que entra por primera vez al Bundestag con 92 diputados y que se han convertido en los apestados oficiales de la política alemana. Nadie se quiere sentar a su lado.

A los liberales, que entran de nuevo en el Parlamento tras su salida en 2013, es a quien les tocaría en principio lindar con los ultranacionalistas. De derecha a izquierda del hemiciclo, primero se sentarían los diputados de Afd, a continuación los liberales, después el bloque conservador de Angela Merkel (CDU/CSU), luego Verdes, socialdemócratas y por último el partido de la izquierda Die Linke. Pero los liberales protestan. Quieren ocupar una posición más centrada y se resisten a quedar encasillados entre la derecha y la extrema derecha. Su protesta, ridiculizada por la prensa alemana como una riña de patio de colegio, ilustra sin embargo que las fronteras de la gradación política han dejado de estar tan claramente definidas y que en la Europa de la poscrisis y los populismos el reajuste ideológico tiene también en el Parlamento alemán un reflejo físico.

La polémica ilustra también el dilema que plantea la participación de fuerzas de extrema derecha en la vida política de un país democrático. Todos los partidos alemanes rechazan de momento cooperar con Afd. Pero, ¿cómo de férreo debe ser el cordón sanitario para que sea efectivo y no se vuelva en contra de quienes lo aplican? O dicho de otra manera, ¿hasta dónde conviene forzar el ostracismo sin alimentar el victimismo?

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En los próximos días las piezas del nuevo Bundestag deberían ir encajando poco a poco, incluidas las de Afd. De momento, las cábalas posicionales ya anticipan que esta legislatura promete ser agitada.

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