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Las diez mejores películas de Harrison Ford

Cuál de Indiana Jones en la sublime. ¿Y de Star Wars ? Y en qué puesto está Único testigo . Vamos a ello

'La costa de los mosquitos' es la única película de la carrera de Ford que no ha dado beneficios. Un fracaso crítico y comercial que, 30 años después, Ford sigue defendiendo. Este hombre que abandona su vida para mudarse a una selva centroamericana supone el mayor riesgo en su trayectoria y el único papel que realmente dinamita su arquetipo de gruñón cautivador. Allie Fox es la antítesis de Harrison Ford: habla sin parar, está lleno de energía y muestra ilusión por la vida. La película propone una reflexión sobre el narcisismo que implica toda colonización y la necesidad del hombre blanco por someter a los nativos incluso cuando cree estar ayudándoles. También deja claro que Ford puede ser un actor versátil y visceral, pero ni le han dado oportunidades ni él se ha molestado en demostrarlo.
En el cartel de 'El fugitivo' aparece Harrison Ford corriendo, y eso era exactamente lo que la película nos iba a dar. Más que suficiente. Sabemos que el doctor Richard Kimble es inocente del asesinato del que se le acusa por la sencilla razón de que tiene la cara de Harrison Ford. Él rentabiliza su prestancia de hombre corriente y nunca se comporta como un héroe invencible: antes de saltar al vacío de una presa está genuinamente muerto de miedo. Toda la película descansa sobre sus hombros y él cumple su función sin alardes. Para Ford la interpretación siempre ha sido un oficio. Sólo él podría generar una camaradería con su perseguidor, Sam Gerard (Tommy Lee Jones), mediante tres conversaciones y solo él podría correr delante de un tren descarrilado con los pies atados como un pingüino sin perder su dignidad. En consecuencia: solo él podría haber convertido 'El fugitivo' en un clásico.
En 'Presunto inocente' está la única escena sexual que ha rodado en toda su carrera Harrison Ford. Parte del encanto de Ford es que sus personajes pueden ser socarrones, cínicos y ácidos, pero siempre tienen buen fondo y acaban haciendo lo correcto. Son en realidad héroes clásicos que solo parecen antihéroes porque no hacen alarde de su nobleza. En este caso, su personaje le es infiel a su mujer y lo paga caro. El 'thriller' de juicios era uno de los géneros más eficaces y rentables de los 90 y Ford supo aprovecharlo en este drama cuya moraleja, como sucedía en otras películas de la época como 'Atracción fatal' o 'Acoso', era que la infidelidad podía resultar letal. Y si ni siquiera Harrison Ford se libraba de pagar por su canita al aire, es que nadie estaba a salvo.
El mayor reclamo comercial de este 'thriller' sobrenatural de sustos no pudo ser explotado en su campaña porque era un 'spoiler': Harrison Ford hacía de malo, un giro tan histórico como cuando Greta Garbo habló por primera vez. Toda la película jugaba con la percepción automática y subconsciente del público de que si Ford interpretaba a ese personaje sería imposible que fuera el malo. Pero lo era. Y ese final con Ford intentando ahogar a Michelle Pfeiffer resultaba desasosegante porque nadie lo vio venir.
Su única nominación al Oscar. La asunción colectiva de que Harrison Ford es más estrella que actor se ha generado por dos motivos: nunca arriesga en sus papeles y jamás sobreactúa ni pierde los nervios. Contenido en los dramas (incluso cuando se cabrea parece estar reprimiendo su rabia) y disfrutón en las comedias, Harrison Ford no ha buscado lucirse jamás. Esta textura le acerca más a John Wayne, el hombre tranquilo, que a Marlon Brando, la bestia humana. 'Único testigo' explota ese sentimiento de todo espectador de que, si su vida corre peligro, lo mejor es ponerse en manos de Harrison Ford (o Kevin Costner, si Ford no está disponible). Ford lleva 40 años haciendo que parezca fácil lo que en realidad es casi imposible: interpretar a tipos corrientes que no verbalizan sus sentimientos, pero los expresan mediante actos. Como hace en 'Único testigo', donde construye una casa de madera para una comunidad amish (la carpintería era su profesión antes de hacerse actor, y sigue siendo una de sus pasiones) en una película tan redonda que se convirtió en un clásico televisivo inmediato.
Galán romántico a su pesar, Ford evita caer en cursiladas, como ejemplifica en 'Armas de mujer'. Es guapo pero no como Brad Pitt o Michael Fassbender son guapos, sino como podría serlo tu tío, tu vecino o el padre de tu amiga. Sabe mirar a sus compañeras con amor pero sin sumisión, con deseo sexual pero sin parecer baboso. Las tres actrices de 'Armas de mujer' fueron nominadas al Oscar (Melanie Griffith, Sigourney Weaver y Joan Cusack), pero él no. Su función en esta comedia clásica sobre aquella época en la que el capitalismo y la especulación eran el culmen del 'glamour' es el de dejar que las mujeres se luzcan. Ni siquiera intenta someter a la protagonista a un pigmalión refinando su imagen, porque la respeta demasiado y le excita que ella misma se defina como "una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado": así fue como Ford personificó el marido ideal pero también el yerno, el compañero de trabajo y el colega que todo el mundo querría tener.Cordon
Harrison Ford no se involucraba tanto en un trabajo desde hacía mucho tiempo como lo ha hecho en 'Blade Runner 2049'. Deckard (su personaje) lo ha sacrificado todo y convive con ello, pero esta secuela le da la oportunidad de abrazar su humanidad. Además de ser probablemente la única película de su carrera en la que no señala a nadie con el dedo (su gesto más emblemático), 'Blade Runner 2049' será la penúltima ocasión de verle en una pantalla de cine. Tras la quinta parte de 'Indiana Jones' (prevista para 2020) se retirará habiendo hecho justicia con sus tres personajes más legendarios: Indiana, Han Solo y el Deckard de 'Blade Runner'. Este Deckard viejo y cansado ya no es un sabueso sino un perro apaleado que no tiene nada que perder, así que no disimula sus emociones. Y, para el espectador, verle sufrir la enfermedad de la melancolía resulta mucho más doloroso de lo que cabría esperar en una superproducción de Hollywood. Sale poco, pero es imposible sacárselo de la cabeza tras salir del cine. Harrison Ford nunca ha sido tan actor como en 'Blade Runner 2049'.
Si hay que seleccionar una sola escena que represente el magnetismo de Harrison Ford, tiene que ser su enfrentamiento con un árabe en 'En busca del arca perdida'. Cuando su oponente saca un sable, Jones le dispara con absoluta desgana para poder largarse cuanto antes. Es políticamente incorrecto, es despiadado y es absolutamente tronchante. La tercera parte, 'Indiana Jones y la última cruzada', puso al héroe en medio de una comedia de enredo familiar al embarcarse en una misión con su padre (Sean Connery), que como todos los padres sigue tratándole como a un niño y reprochándole todas sus decisiones. Ford no ha tenido más química con nadie como la que generó con Connery y, en una carrera atestada de apuestas seguras, este fue su triunfo más garantizado: con un Spielberg entusiasmado y un Ford que lideraba con templanza las dos trilogías más famosas de la historia ('Indiana Jones' y 'Star Wars'), era imposible que 'La última cruzada' no gustara.
'El imperio contraataca' es la más original, la más grandilocuente y la más conmovedora entrega de la saga 'Star Wars'. El trauma de Luke, el miedo de Han Solo y la dignidad de Leia aportaron una textura psicológica y sentimental al relato que a la vez es una aventura para todos los públicos en la que no dejan de pasar cosas a cual más asombrosa. Han Solo roba la película cuando Ford improvisa el mítico "lo sé" como respuesta al "te quiero" de Leia (en el guion decía "yo también"). En esta película Han Solo actualiza al Robin Hood canalla de Erron Flynn y engendra un arquetipo que hoy sigue funcionando (Sawyer en 'Perdidos', Chris Pratt en todos sus papeles). Nadie es antipático con tanta gracia como él y nadie refunfuña con semejante encanto. Han Solo, sobre el papel, era un capullo. La razón por la que todos queríamos ser él y/o casarnos con él es la humanidad que le aportó Harrison Ford. No parecerá un gran actor, pero lo es: el suyo es un talento que no tiene ningún otro.