Los diseñadores que amaban a sus clientas

Juan Vidal y Teresa Helbig ensayan el difícil equilibrio entre creatividad y obligaciones comerciales en la Semana de la Moda de Madrid

Desfile de Juan Vidal, este domingo, en la Semana de la Moda de Madrid.Juan Naharro Gimenez (Getty Images)

“En la colección hay prendas fluidas y marcadas, faldas cortas y largas. Intento incluir todo tipo de siluetas porque quiero abrir mi marca al mayor número de mujeres posible. Si viviese de vender bolsos podría diseñar solo minishorts dorados, pero me gano la vida vistiendo a personas reales”, explicaba Juan Vidal antes de salir este domingo a la pasarela de la Semana de la moda de Madrid.

Tradicionalmente, la forma más eficaz de ajustarse a los cuerpos y a los deseos de las compradoras ha sido la costura a medid...

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“En la colección hay prendas fluidas y marcadas, faldas cortas y largas. Intento incluir todo tipo de siluetas porque quiero abrir mi marca al mayor número de mujeres posible. Si viviese de vender bolsos podría diseñar solo minishorts dorados, pero me gano la vida vistiendo a personas reales”, explicaba Juan Vidal antes de salir este domingo a la pasarela de la Semana de la moda de Madrid.

Tradicionalmente, la forma más eficaz de ajustarse a los cuerpos y a los deseos de las compradoras ha sido la costura a medida, el modelo de negocio que Teresa Helbig defiende con éxito desde hace 20 años. En 2017, las redes sociales y las nuevas tecnologías permiten mantener “una relación casi personal” con la clientela, tal y como asegura María Escote, diseñadora que ha conseguido convertir la venta online en el motor de su firma. Digital o analógicamente, este domingo se ha dejado sentir con fuerza y sin disimulo la voz de las compradoras sobre la pasarela. Las colecciones han tenido un solo denominador común: todas han sido abiertamente comerciales. Del impecable Marcos Luengo que, esta semana, inaugura su primera tienda en Madrid —concretamente en el exclusivo Callejón de Jorge Juan— hasta Maya Hansen, que simplifica y resta protagonismo a sus corsés para apostar por prendas prêt-à-porter.

Desfile de Maya Hansen.Angel Diaz (EFE)

En teoría, nada que objetar. Como sucede con el veneno, el peligro de ser comercial reside en la dosis. Una gota de más y la balanza se inclina hacia la irrelevancia y el aburrimiento.

Una de las modelos en el desfile este domingo de Juan Vidal.GABRIEL BOUYS (AFP)

Juan Vidal dio con la fórmula perfecta para su proyecto. El desfile, inspirado en el Hawái de los años cincuenta, comenzó con unas faldas-flor rectas y decoradas por volantes y frunces en la parte delantera. Le siguieron unos vaporosos caftanes que se abrazan al cuerpo con un juego de cuerdas y, para cerrar, una serie de gabardinas estructuradas. Una propuesta vibrante y sofisticada, pero deslucida por una iluminación que apenas ha permitido apreciar sus maravillosos tejidos. De la brillante sarga plastificada que daba forma a llamativas toreras hasta el otoman strech, que el diseñador utiliza en sus piezas más ajustadas. Aunque la estrella de la colección es una tela de microlentejuelas rojas enhebradas a mano por artesanos de India. “Tardaron cinco meses en entregarnos los metros que necesitábamos”, recuerda el valenciano. Como viene siendo ya habitual en sus puestas en escena, no h quedado fuera ni un solo color del arcoíris. Del rosa flamenco al verde selva. Aunque, irónicamente, la pieza preferida de Vidal es un sencillo vestido negro de cuello en uve y cintura alta. “Es muy favorecedor, que es lo que me gusta hacer y lo que vienen a buscar a mi marca”.

Dos modelos sobre la pasarela de Teresa Helbig.Juan Naharro Gimenez (Getty Images)

Teresa Helbig tampoco ha renunciado a su best seller. El helbig, como ella misma lo llama, es un vestido corto con cuello de camisa, falda tableada y profusamente bordado, en este caso con pequeños cristales que dibujaban cartas de póker. Un guiño a Las Vegas, el referente que inspira una colección donde, por primera vez, incorpora piel de pitón y anguila en toreras y abrigos. Bajo estas prendas, se esconden deliciosos vestidos de encaje, mallas metálicas pintadas a mano y vaporosas camisolas de estampado animal. Después de vender toda su colección resort a una sola clienta, aprovecha la pasarela de Ifema para hacer alarde de músculo artesanal. Como muestra, cien cadenas: las que lleva cosidas un vestido rosa que ha exigido 300 horas de aguja y dedal.

María Escoté ha presentado una colección en honor a Lady Di.GABRIEL BOUYS (AFP)

A María Escoté le ha sentado bien ir más allá de los vestidos ajustados que ya son seña de identidad de su marca y que cada temporada pone a la venta en su web inmediatamente después de su desfile. La excusa para experimentar con nuevas siluetas ha sido una colección dedicada a Lady Di en el 20º aniversario de su muerte. “Para un diseñador es un referente maravilloso. Te ofrece libertad absoluta porque se atrevía con todo”, argumenta. De un “caótico” repaso por el guardarropa de la princesa ha extraído piezas icónicas, entre ellas, una versión del mítico jersey rojo con una oveja negra entre un rebaño blanco que Diana llevó en 1981. También, una serie de vestidos palabra de honor en goma canilla con faldas acampanadas. Piezas que se sitúan a medio camino entre una fiesta de graduación y los diseños que la exduquesa de Gales lució durante su breve compromiso con el príncipe Carlos. Todo un acierto. “Afortunadamente, cada vez más gente se atreve a comprar prendas un poco más especiales, como estas, a través de Internet”, asegura.

Unas modelos lucen creaciones de Custo BCN en su desfile de la cuarta jornada de la pasarela Fashion Week Madrid que tiene lugar en el recinto ferial Ifema.Fernando Villar (EFE)

Custo ha cerrado la jornada con el desfile más largo que ha celebrado hasta la fecha. Hace ocho días presentaba la misma colección en Nueva York y ahora la llevará a Chile, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Uruguay. América Latina es clave en el futuro de su marca. Acaba de inaugurar una tienda en Buenos Aires y prepara aperturas en Lima y México DF.

Cibeles vista desde fuera

Jessica Michault es la directora de GPS Radar, una suerte de LikedIn de la industria de la moda que aterrizó en España a principios de año. Cuenta con 44.000 miembros, entre los que se encuentran gigantes del sector como L'Oréal o Dior. Y una de sus principales funciones, según explica la periodista estadounidense, es "descubrir nuevos talentos a compañías y profesionales". Michault ha sido invitada a los desfiles madrileños por la organización de la Semana de la Moda y, de momento, sus diseñadores favoritos son "Palomo, Ana Locking, Pepa Salazar y Juan Vidal". Tras trabajar a las órdenes de Suzy Menkes como cronista de moda en The Herald Tribune, cubre cada temporada las pasarelas de medio mundo. De la española destaca "su profesionalización", aunque considera que dura demasiado tiempo. "Si la de Milán, que representa una industria tan potente como la italiana, se concentra en cuatro días, Madrid puede recortar su calendario", apunta.

En su opinión, que un organismo con fondos públicos, como Feria de Madrid, respalde la cita sitúa a los diseñadores noveles españoles en una situación de ventaja con respecto a los de otros países. "Es un espacio seguro para que los jóvenes den sus primeros pasos y se formen. Si Palomo va a ser grande, estar bajo esta protección no le va a frenar. Y si otros se quedan ahí, sin salir del cascarón, será por su culpa".

Michault, que también fue redactora jefa de la plataforma online Nowfashion, dice estar sorprendida por lo "mucho que interesa la moda en Madrid". ¿Está segura de que no se ha confundido de ciudad? "Tiene que gustarte mucho para hacer el esfuerzo de venir hasta Ifema". Propone recompensar el sacrificio con mesas redondas y talleres. Entre sus sugerencias, solo hay una urgente: "Que cuiden la música de los desfiles ¡Es tremenda!"

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