historias de darth mader

¿Hacerse mayor era esto?

La llegada de los 'invasores', esos tres seres que elegí traer al mundo, son los que me hacen sentir, que ahora sí, tengo verdaderas responsabilidades

¿En serio? ¿Para esto queríamos crecer?getty

Soy de la generación Peter Pan, la de los kidults o adultescentes. La de los que vivieron con sus padres casi hasta los 30 sin más obligación que sobreestudiar. La de los que se compraron un coche y viajaron con sus primeros sueldos. Después, vino el trabajo, pero seguía acompañado de una sensación de ligereza. Quedar con amigos, s...

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Soy de la generación Peter Pan, la de los kidults o adultescentes. La de los que vivieron con sus padres casi hasta los 30 sin más obligación que sobreestudiar. La de los que se compraron un coche y viajaron con sus primeros sueldos. Después, vino el trabajo, pero seguía acompañado de una sensación de ligereza. Quedar con amigos, salir al cine y a cenar, leer, ver series. Cocinar era algo divertido en lo que entretenerse horas cuando quería darle una sorpresa a mi pareja. Si no, podía tirar con cualquier cosa, comida de supervivencia, precocinados, kebabs...

Y entonces llegaron ellos. Los invasores, como llama cariñosamente a sus hijos una conocida. Esos tres seres que he elegido traer al mundo. Que me hacen sentir ese amor moñas del que nos acusan a las madres. Que ocupan gran parte de mis preocupaciones, aunque la mayoría de las veces sea por aspectos banales. Que me hacen sentir, que ahora sí, tengo verdaderas responsabilidades. Y entonces pienso: ¿Hacerse mayor era esto?

Trabajar ya no solo por la satisfacción de hacerlo, sino para pagar el piso, el colegio, las vacaciones, la vida. Hacer la compra día sí y día también porque siempre se me olvida algo. Preparar cremas de verdura porque si no, no hay forma de que se la coman. Romperme la cabeza con combinaciones y permutaciones de meriendas que no repitan el desayuno, el tentempié del recreo, la comida y la cena sin recurrir –demasiado– a la bollería. Correr para llegar a tiempo al trabajo, al colegio, a casa. Gritar para que no griten, enfadarme porque se enfadan, desear pasar más tiempo con ellos y a la vez que no me pidan jugar juntos y que se acuesten cuanto antes.

Y pienso en mis padres, en la imagen que recuerdo de ellos cuando era niña. Siempre trabajando, pero también presentes, aunque nos quedáramos solos en casa siendo más pequeños que los niños de ahora. Seguros de todo, o al menos eso me parecían. ¿Se agobiarían también por no tener tiempo para ellos? ¿Por pensar qué hacernos para comer cada día a mi hermano y a mí? ¿Por si teníamos o no amigos o si se metían con nosotros en el cole? Quizás eran otros tiempos, en los que las cosas se hacían porque había que hacerlas y punto, en los que no se daba tantas vueltas a las cosas. Tiempos en los que uno no solo se hacía mayor, sino que también quería serlo...

¿Se me nota mucho la depresión posvacacional y la vuelta a la rutina?

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