Cartas al director

Sigo siendo un niño acosado

Cada vez que un periódico habla de acoso escolar comete el mismo error: mira los hechos como el observador en las guerras, en la distancia, pero olvidando lo fundamental, el interior de las personas. Un niño acosado es un niño que sufre y no es capaz de soltar una lágrima. Desconfía de todo y todos, pues no entiende lo que ocurre. Es débil, por supuesto que es débil; solo es un niño. Tiene una herida muy profunda, pero no sangra. Nadie lo ve. Puede reír, puede saltar, puede jugar, incluso tener algún amigo. Lo hace llevando a cuestas una mochila cargada que, si nadie le ayuda a quitarse, lleva...

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Cada vez que un periódico habla de acoso escolar comete el mismo error: mira los hechos como el observador en las guerras, en la distancia, pero olvidando lo fundamental, el interior de las personas. Un niño acosado es un niño que sufre y no es capaz de soltar una lágrima. Desconfía de todo y todos, pues no entiende lo que ocurre. Es débil, por supuesto que es débil; solo es un niño. Tiene una herida muy profunda, pero no sangra. Nadie lo ve. Puede reír, puede saltar, puede jugar, incluso tener algún amigo. Lo hace llevando a cuestas una mochila cargada que, si nadie le ayuda a quitarse, llevará toda su vida. No le digan “tú lo que tienes que hacer es defenderte”. Eso ya lo sabe y si no se defiende es porque no puede. No miren para otra parte y piensen “bah, son cosas de niños”. En cuanto a los padres, antes y ahora los hay que no se paran a pensar que una desgracia como esa les pudiera caer a ellos. Ahora tengo 52 años. En su momento acudí a un profesional. En las primeras sesiones lloré inmensamente, y era solo una pequeña parte. Tengo la sensación que he ido siempre medio cojo, medio ciego, medio sordo y medio mudo. Que he disfrutado mucho, pero que también es mucho lo que me perdí. Ayudemos a todos los que sufren acoso.— José Mª López. Madrid.

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