Yo también tengo un doble

Cuando vi la foto en cuestión no me lo podía creer... ¡era YO! con la mirada más viva si cabe

Joaquín Reyes.

Todo comenzó con un mensaje de mi cuñado: “No sabía que te habías metido a policía municipal. Qué callado te lo tenías JAJAJAJAJA”. Le mostré mi extrañeza con el emoticono de la flamenca y entonces me explicó que, ojeando la gaceta de la policía municipal de Cuenca Orden y Multas —que así se llama— había descubierto un agente que, según él, era “clavadito” a mí. Cuando vi la foto en cuestión no me lo podía creer... ¡era YO! con la mirada más viva si cabe. Ni corto ni perezoso, al día siguiente, madrugué y cogí el primer autocar que salía para la capital conquense; llegué para la cena. En el re...

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Todo comenzó con un mensaje de mi cuñado: “No sabía que te habías metido a policía municipal. Qué callado te lo tenías JAJAJAJAJA”. Le mostré mi extrañeza con el emoticono de la flamenca y entonces me explicó que, ojeando la gaceta de la policía municipal de Cuenca Orden y Multas —que así se llama— había descubierto un agente que, según él, era “clavadito” a mí. Cuando vi la foto en cuestión no me lo podía creer... ¡era YO! con la mirada más viva si cabe. Ni corto ni perezoso, al día siguiente, madrugué y cogí el primer autocar que salía para la capital conquense; llegué para la cena. En el recorrido paramos en todos los pueblos y lo que no eran pueblos y, en un momento dado, nos detuvimos en un páramo y de detrás de un matorral (como si fueran Batman y Robin) salió una pareja de ancianos. Pero me vino bien la viajadera,necesitaba poner mis ideas en orden. Peiné toda la ciudad en busca del mi “agente doble”. Calle de Carretería arriba y abajo, no me quedó piedra por mover. Por fin lo encontré, estaba jugando a los dados en la barra del bar Huecar. Cuando me planté ante él se quedó como un gato de escayola; éramos idénticos. “Pídete una excedencia y vente a Madrid. Trabajarás como actor”, le dije. “Claro que sí, chorra” me contestó.

Le expuse mi plan. En la película en la que iba de protagonista, nos repartiríamos las jornadas. “¿Es comedia o drama?”, se interesó. “Es un drama de época”, le aclaré. “Hablaré entonces más despacio, copón”. Y así lo hicimos, yo acudí al primer día de rodaje y el segundo lo mandé a él. Cuando me tocó a mí, después de una escena en la que tenía que llorar desconsoladamente, el director me llevó a un aparte y me espetó: “Mañana que vuelva el otro”.

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