Demasiada atención

La opinión que nos formamos es el matrimonio entre la información y nuestros valores

Felipe VI, Mariano Rajoy y Carles Puigdemont en la manifestación contra el terrorismo en Barcelona.LLUIS GENE / AFP

¿Y si el problema es que estamos demasiado atentos a la política? Una ciudadanía informada es esencial para el buen funcionamiento de una democracia. Pero una sobreexposición a la actualidad puede tener efectos nocivos sobre el cuerpo social.

Nos induce a un estado de permanente tensión ideológica y nos hace más susceptibles a las teorías conspirativas y otras paranoias colectivas. Lo hemos visto con el bucle de especulaciones sobre las ingeniosas manipulaciones, o las torpes gestiones, en la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils. Los adversarios políticos son presenta...

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¿Y si el problema es que estamos demasiado atentos a la política? Una ciudadanía informada es esencial para el buen funcionamiento de una democracia. Pero una sobreexposición a la actualidad puede tener efectos nocivos sobre el cuerpo social.

Nos induce a un estado de permanente tensión ideológica y nos hace más susceptibles a las teorías conspirativas y otras paranoias colectivas. Lo hemos visto con el bucle de especulaciones sobre las ingeniosas manipulaciones, o las torpes gestiones, en la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils. Los adversarios políticos son presentados como maquiavélicos y mostrencos a la vez. Por cierto, una contradicción de términos, pero da igual. Todo vale para desacreditar al prójimo.

Es un problema general y que va a más. Recibimos mensajes políticos a tiempo real en televisión, radio, y medios online las 24 horas del día, los 7 días de la semana (la actualidad ya no descansa los fines de semana, escenario hoy día de las declaraciones políticas más suculentas) y durante todo el año (ni medios ni partidos políticos se relajan en verano). Un vendaval de estímulos informativos. La opinión que nos formamos es el matrimonio entre esa información y nuestros valores. Y, gracias a varios estudios, sabemos que no es un matrimonio bien avenido. Una mayor información no tiene por qué moderarnos. En ocasiones, nos puede radicalizar.

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La razón es que los humanos buscamos la consistencia cognitiva. No nos gustan los mensajes que van en contra de nuestras predisposiciones políticas y los filtramos, quedándonos sólo con aquellos que están en sintonía con nuestra ideología. Cuantos más atentos estemos a la actualidad política, cuantos más mensajes recibamos, más homogéneo será el paquete de información que procesaremos.

Esto es lo que está ocurriendo en España. Nuestra exagerada atención a la política, ya sea alimentada o simplemente bienvenida por los medios de comunicación, nos hace vivir en burbujas incomunicadas.

Irónicamente, quizás por una aspiración desmedida a mejorar la cosa pública, estemos acabando en esferas de discusión cada vez más privadas. @VictorLapuente

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