‘Simpa’

Esa decisión de romper con el grupo implica también saldar las cuentas pasadas y establecer nuevas reglas

La Primera Ministra Británica, Theresa May. GEERT VANDE WIJNGAERT / AP

Existe desde siempre el perfil del amigo caradura que logra escaquearse y se va sin pagar. Si hay un grupo grande de amigos que comparten pinchos y bebidas, no es raro que las cuentas no cuadren, y al final unos terminen haciéndose cargo de la parte que le toca al amigo aprovechado que sabe que sus compañeros no van a perder ni tiempo ni energía por cinco o seis euros. La cultura española es generosa. A veces alguien, en un momento de euforia celebratoria de la amistad, decide invitar a todos. También está el perfil de los sinvergüenzas profesionales que consumen opíparamente y se marchan sin ...

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Existe desde siempre el perfil del amigo caradura que logra escaquearse y se va sin pagar. Si hay un grupo grande de amigos que comparten pinchos y bebidas, no es raro que las cuentas no cuadren, y al final unos terminen haciéndose cargo de la parte que le toca al amigo aprovechado que sabe que sus compañeros no van a perder ni tiempo ni energía por cinco o seis euros. La cultura española es generosa. A veces alguien, en un momento de euforia celebratoria de la amistad, decide invitar a todos. También está el perfil de los sinvergüenzas profesionales que consumen opíparamente y se marchan sin pagar para indignación de los camareros y hosteleros. Esto, en idioma coloquial, es hacer un simpa.

Con el tema del Brexit uno tiene la sensación de que nuestros colegas de Reino Unido quieren hacer un simpa. Todavía no sabemos bajo qué perfil, el del amigo caradura o el del sinvergüenza profesional. Hay reuniones negociadoras donde discuten las reglas y pareciera como si los británicos quisieran iniciar una nueva relación empezando de cero, dejando los compromisos adquiridos y otras responsabilidades de lado. Uno descubre que, cuando ha llegado la cuenta de la consumición, el Reino Unido del Brexit ha puesto cara de que lo paguen los demás, que para eso está la amistad y la buena voluntad del resto de los europeos. Hay que recordarles que ese estilo puede funcionar en bares y restaurantes si el resto de la pandilla ha bebido en demasía, tiene talante celebratorio y fraternal y no quiere broncas. Pero es que el mensaje del Brexit no celebra la amistad ni la fraternidad ni la unión de todos por el bien común. Esa decisión de romper con el grupo implica también saldar las cuentas pasadas y establecer nuevas reglas. En este último brindis de lamentos y despedidas hay que pagar las partes que corresponden y entender que con el adiós se va ese ideal de vida donde Europa éramos todos. Donde Reino Unido se sentía en Europa como en su casa. Los negociadores del Brexit quieren hacer un simpa apelando a la vieja amistad con los europeos. Quieren que los bares sigan abiertos y pongan barra libre con mucho sol. Me temo que les toca quedarse solos en sus melancólicos pubs. No pueden hacer un simpa, ni una denuncia falsa por intoxicación alimentaria para que además les devuelvan el dinero.

Sobre las malas artes de algunos y las traiciones, ya reflexionó en su día William Shakespeare, el más europeo de los británicos.

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