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Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Una casa aterrizada

El estudio de arquitectura Z4Z4 finaliza una vivienda etérea, que cuestiona la gravedad, construida con materiales industriales y alejada del suelo

Casa TBH en Aravaca (Madrid) de Z4Z4 Arquitectos.Miguel de Guzmán /Imagen Subliminal

Los arquitectos Rafael Beneytez, Víctor Cano, Ophelia Mantz, Elena Oña y Borja Iglesias, del estudio Z4Z4, defienden una construcción más ligera, alejada de la solidez tradicional. Explican que para ellos uno de los retos actuales consiste en cuestionar la sobrevalorada gravitas. Otro reto pasa por repensar los materiales constructivos. También les interesa la reorganización del espacio doméstico. Y todo eso busca esta vivienda de estructura metálica “aterrizada” en Aravaca, a las afueras de Madrid.

Sus autores hablan de “otra repres...

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Los arquitectos Rafael Beneytez, Víctor Cano, Ophelia Mantz, Elena Oña y Borja Iglesias, del estudio Z4Z4, defienden una construcción más ligera, alejada de la solidez tradicional. Explican que para ellos uno de los retos actuales consiste en cuestionar la sobrevalorada gravitas. Otro reto pasa por repensar los materiales constructivos. También les interesa la reorganización del espacio doméstico. Y todo eso busca esta vivienda de estructura metálica “aterrizada” en Aravaca, a las afueras de Madrid.

Sus autores hablan de “otra representación”: la casa debe mostrar “los viajes de la familia alrededor del globo”, también su deseo de habitar un jardín. Los arquitectos resolvieron esa mezcla entre movimiento y permanencia con un objeto con dos caras. Una de las fachadas es para ellos una arquitectura tradicional “para habitar en suelo firme”, la otra construye “un travelling que circula por un jardín, una gruta pintoresca, un salón, un gimnasio, un comedor, un bar y la cocina”, detallan.

Miguel de Guzmán/ Imagen Subliminal

La casa que se “emancipa del suelo y sobrevuela el jardín”, explican, tiene un aspecto ambiguo, membranoso. Y un aire temporal, aterrizado. Los arquitectos destacan la exposición de la vida doméstica circulando entre las plantas. La planta baja contiene, bajo rasante, dos prismas convencionales “que envuelven el invernadero”. La vivienda tiene además un jardín para la “buena vida”, detallan los proyectistas en el lado Sur y otro “grotesco” que da al Norte. Entre ambos: un invernadero de doble altura.

Miguel de Guzmán/ Imagen Subliminal

La parte privada de la vivienda es la elevada: “dentro de los cilindros -de chapa metálica- está el “súper-interior: nueve salas acolchadas con madera, algodón, lino y seda, rodeadas de souvenirs”, describen los arquitectos.

Miguel de Guzmán/ Imagen Subliminal

Es evidente que el terreno doméstico es un campo tan pendiente de innovación como de revolución. Pero ante una vivienda como un platillo volante, una se pregunta primero si los cambios más necesarios en una vivienda son los que más se ven o los que menos. Entre lo más visual, un reportero de cierta edad no puede dejar de cuestionarse por qué el modelo que marca la escala en las fotografías necesita llevar una caja de cartón en la cabeza. El arquitecto Rafael Beneytez explica que lo de la caja es una manía del fotógrafo. Y esa mera explicación termina por convencer de que ante una casa así la clave no es la innovación ni la revolución, sino la eterna asignatura pendiente de vivir y dejar vivir, con caja de cartón o sin.

Miguel de Guzmán/ Imagen Subliminal

Precio por metro cuadrado: “Difícil de calcular porque incluye toda la excavación”. Los arquitectos gestionaron un presupuesto de 1,5 millones de euros.

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