La ley del silencio: el caso de la enfermera destituida tras pedir al consejero vacunas en Twitter

La profesional interpeló al responsable de Sanidad de Madrid ante las carencias que sufre su centro

El consejero de Sanidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, con Cristina Cifuentes.D.Sinova (EFE)

Las redes sociales han adquirido una importancia crucial en nuestro mundo y tienen una utilidad grande como mecanismo de reivindicación o protesta, no solo de cotilleo o información, no descubro nada con esto. Pero algunos no han pillado el concepto todavía y llevan mal la exposición pública. El ejemplo más reciente es el de una enfermera de Madrid destituida en sus funciones por pedir en Twitter al consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos, lo que por otras vías reglamentarias no consegu...

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Las redes sociales han adquirido una importancia crucial en nuestro mundo y tienen una utilidad grande como mecanismo de reivindicación o protesta, no solo de cotilleo o información, no descubro nada con esto. Pero algunos no han pillado el concepto todavía y llevan mal la exposición pública. El ejemplo más reciente es el de una enfermera de Madrid destituida en sus funciones por pedir en Twitter al consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos, lo que por otras vías reglamentarias no conseguía, haciendo de paso público un problema ya crónico debido a los recortes.

El caso empieza cuando Goretti Pacheco, responsable de enfermería de un ambulatorio de Madrid dedicado, entre otras cosas, a la vacunación de embarazadas como centro de referencia, no recibe a tiempo las vacunas correspondientes y mes tras mes sufre desabastecimientos. Cansada de llamar a todas las puertas, con un problema que se mantiene desde hace más de un año y sin respuesta de cuándo se solventará, decide poner un tuit en la red social que usa habitualmente el consejero. Sánchez Martos es muy activo en Twitter, e incluso, haciéndose eco de reclamaciones, solicitó en verano suplentes para un centro o cerró habitaciones de hospital con tres camas . Esta es la conversación:

Bien, de momento, cualquiera diría que el consejero es sensible al problema y todo hace prever que moverá los hilos para solucionarlo. Pues no, lejos de ser así, al día siguiente la intrépida enfermera es destituida de su puesto, que todo sea dicho no es ningún cargo directivo, ni de gestión. Tan solo se ocupaba de que el servicio y la organización del resto de enfermeras en ese centro tuvieran la calidad que los ciudadanos demandan.

La consiguiente conmoción generada en las redes sociales con denuncias, reclamaciones, insultos y malentendidos llevan al tuitero consejero a justificar el cese en que se trata de un cargo de confianza, y a declarar que no fue él: "No es mi responsabilidad. La ha cesado la Directora Gerente de Atención Primaria que es la responsable de los 428 centros de salud que hay en la comunidad y la responsable, también, de nombrar cargos de confianza como es el de esta enfermera del centro de salud. Es un cargo de confianza y de responsabilidad", informaba la Cadena Ser. Mientras, todos los cargos intermedios responsables de la distribución de vacunas siguen pese a la mala gestión.

Varios aspectos me rondan la cabeza ante este caso:

  • Hay directivos y cargos públicos que no entienden todavía qué son las redes sociales, que pretenden permanecer en la oscuridad mientras impere la ley del silencio, y ante cualquier exposición pública, la forma de actuar es cortando cabezas, en vez de solucionar el problema denunciado con razón y con educación. Deberían atender la demanda, lo que redundaría en su prestigio y afianzaría la credibilidad del servicio, en vez de castigar a la persona al final de la cadena por no haber utilizado el teléfono adecuado.
  • Hay un grave problema con la distribución de vacunas en Madrid y en otras comunidades que no nos permite llegar a fin de mes, y ya el día 20 tenemos que anular citas porque alguna falta, sin un mecanismo para reponerlas. Se sirven una vez al mes y hay que almacenarlas en los ambulatorios, sin un mecanismo de mensajería que pueda aportar solución a ese desajuste.
  • Enfermería no decide el número de vacunas o medicamentos a pedir, sino que viene dado por cupos y por lo que la centralidad supone que va ser necesario, sin contar con el propio centro de salud. Por lo que en este caso la mala gestión no es achacable a la profesional, tan solo se la elimina por haber perdido la confianza de sus jefes al levantar la voz en público.
  • El debate sobre si se actuó o no correctamente no debe alejarnos del problema en sí mismo: el sistema de distribución de vacunas a los centros es altamente mejorable, situación que se hace crónica desde que comenzaron los recortes en la empresa de transporte y distribución.
  • La enfermera decide hacer pública una carencia que afecta a la población atendida a la que dedica sus esfuerzos, una vez agotadas las vías internas y frustrada toda expectativa. La exposición en una red social puede ser una imprudencia si se le achaca a la funcionaria desconocimiento de dónde está poniendo su mensaje, pero si lo conoce y conoce sus consecuencias, es un acto honrado y valiente de una profesional que acepta el martirio por exigir lo que su sueldo le presupone, dedicación a la población atendida.

Al final todo se resume en lo mismo, el directivo cree que desprestigiando a la profesional tapa sus vergüenzas; la oscuridad y la ley del silencio le protege del público sin importar el fin último que es la calidad del servicio, que a día de hoy se mantiene en pie por la dedicación de los trabajadores sanitarios, que aceptan atender consultas masificadas y se queman a lo bonzo de vez en cuando para defender lo que es de todos aunque algunos no lo comprenden. Así ocurrió con las manifestaciones por la sanidad pública hace cuatro años, cuando muchos coordinadores y directores de centros fueron cesados por hablar; y así ocurre con muchos compañeros que aceptan los contratos basura denunciados incluso por Europa con tal de poder comer y no ser relegados al olvido en unas bolsas de empleo oscuras e inexistentes. Un sistema de salud que se mantiene en pie por la idiotez y candidez de sus profesionales, que todavía creen en su dedicación vocacional y en que una sanidad pública de calidad es posible y la defienden con sus cuerpos, contra el desprestigio y ninguneo de políticos y cargos intermedios afines.

Cuando las vías reglamentarias se agotan hay que buscar otras para defender lo que es justo, y las redes sociales nos ofrecen la posibilidad de un juego limpio y claro, transparente, donde se puede ofrecer confianza y adquirir prestigio siempre que las buenas formas, contundentes, pero educadas, sean la guía de nuestros actos. Animo a dar visibilidad a nuestras reivindicaciones. Esta enfermera nos ha indicado el camino y más temprano que tarde esas vacunas llegarán a su centro, eso es lo importante.

Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@ y director médico de Mamicenter.

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