Cartas al director

No me adoctrinéis

Nací a finales de los sesenta; me gustaba jugar con la Nancy, el Lego, a cartas, a matar, a disfrazarme de india, de vaquero con revólver incluido que me encantaba cerrar con un golpe seco de muñeca (ya veo la cara de censura de Colau, Pisarello y compañía), subir al árbol inclinado del cole y hacer la cadena patinando... Nunca dudé de mi condición de niña, ni veía ningún problema en combinar mis aficiones. Y no necesité que la Administración me dijera que podía jugar con pelotas o juegos de construcción, o vestir de otros colores que no fueran el rosa. Poderes públicos; no me adoctrinéis, no ...

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Nací a finales de los sesenta; me gustaba jugar con la Nancy, el Lego, a cartas, a matar, a disfrazarme de india, de vaquero con revólver incluido que me encantaba cerrar con un golpe seco de muñeca (ya veo la cara de censura de Colau, Pisarello y compañía), subir al árbol inclinado del cole y hacer la cadena patinando... Nunca dudé de mi condición de niña, ni veía ningún problema en combinar mis aficiones. Y no necesité que la Administración me dijera que podía jugar con pelotas o juegos de construcción, o vestir de otros colores que no fueran el rosa. Poderes públicos; no me adoctrinéis, no me reeduquéis. Ajustaos a vuestras competencias; empezad, de una vez, a ser eficaces en ellas.— Meritxell Pi Pérez. Barcelona.

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