Donald Fawkes

Si cuando se publiquen estas líneas Trump ha sido elegido presidente, solo cabe esperar el desastre anunciado

Manifestantes con las máscaras de Guy Fawkes en las calles de Londres JACK TAYLOR / GETTY

El pasado 5 de noviembre los británicos conmemoraron el fracasado intento de un tipo llamado Guy Fawkes de volar el Parlamento, en 1605. La celebración coincidía con la semana en la que los jueces reafirmaron la preeminencia del Parlamento sobre el Gobierno a la hora de activar la salida de Reino Unido de la UE. Sin embargo, la armonía entre la celebración histórica y la sentencia quedó rota por la reacción de la prensa pro-Brexit, que presentó la decisión como una afrenta de las élites al pueblo.

El alegato antiélites al otro lado del Atlántico lo ha representado un G...

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El pasado 5 de noviembre los británicos conmemoraron el fracasado intento de un tipo llamado Guy Fawkes de volar el Parlamento, en 1605. La celebración coincidía con la semana en la que los jueces reafirmaron la preeminencia del Parlamento sobre el Gobierno a la hora de activar la salida de Reino Unido de la UE. Sin embargo, la armonía entre la celebración histórica y la sentencia quedó rota por la reacción de la prensa pro-Brexit, que presentó la decisión como una afrenta de las élites al pueblo.

El alegato antiélites al otro lado del Atlántico lo ha representado un Guy Fawkes americano de nombre Donald Trump, cuya voladura discursiva ha consistido en inocular populismo en el We, The People sobre el que se sostiene la democracia norteamericana. Si cuando se publiquen estas líneas Trump ha sido elegido presidente, solo cabe esperar el desastre anunciado. El problema es que, aun si fracasa, su éxito es ser prescindible para que su herencia permanezca.

Trump ha condenado a su partido a depender de un perfil de votante relativamente estrecho, ha elevado a un altar todo lo que antaño era calificado como políticamente incorrecto y ha desprovisto su discurso de políticas concretas y datos veraces, situándolo en un plano más general al que solo se llega apelando a los sentimientos y al miedo.

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Si ese legado puede sobrevivir sin Trump es porque éste ha activado y reforzado una visión del mundo que permanecía latente en el electorado, cuyas causas no desaparecerán de inmediato. El magnate ha mostrado que esa visión puede convertirse en un discurso ganador, por lo que podría ser alimentado por cualquier otro político sin escrúpulos.

¿Puede esta experiencia tan divisiva para los americanos acabar conmemorándose como lo hacen los británicos con Guy Fawkes, con un reconocimiento universal de quién fue el villano en esta historia y una celebración compartida de su fracaso? No parece. Precisamente porque las causas del ascenso de Trump son mucho más complejas que el mundo de buenos y malos que su mapa político representa, su legado seguirá siendo controvertido durante un largo tiempo. @sandraleon_

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