Héroe anónimo

Subía por la calle de El Príncipe hacía la plaza de Santa Ana cuando vi a un muchacho caminando delante de mí

Un grupo de chavales con sus móviles. MARIANA BAZO (REUTERS)

Subía por la calle de El Príncipe hacía la plaza de Santa Ana cuando vi a un muchacho caminando delante de mí despreocupado; por momentos se detenía, miraba hacia arriba… luego volvía a caminar… parecía silbar incluso. Apreté el paso hasta que le di alcance y comprobé que efectivamente silbaba, una canción de Sonia y Selena: Yo quiero bailar.

Le cogí por el hombro.

-¿Qué haces? -le espeté.

-¿A qué se refiere señor? -me respondió aturdido.

-¿Qué miras?

-Miro las fachadas señor, me fijo en la arquitectura.

-Eres un turista o ¿qué? -insistí.
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Subía por la calle de El Príncipe hacía la plaza de Santa Ana cuando vi a un muchacho caminando delante de mí despreocupado; por momentos se detenía, miraba hacia arriba… luego volvía a caminar… parecía silbar incluso. Apreté el paso hasta que le di alcance y comprobé que efectivamente silbaba, una canción de Sonia y Selena: Yo quiero bailar.

Le cogí por el hombro.

-¿Qué haces? -le espeté.

-¿A qué se refiere señor? -me respondió aturdido.

-¿Qué miras?

-Miro las fachadas señor, me fijo en la arquitectura.

-Eres un turista o ¿qué? -insistí.

-No, no, soy de aquí, de Madrid.

No entendía nada y reconozco que me puse “nerviosito”.

-Pero, pero… ¿Es que no tienes smartphone?

-Sí, claro -dijo sacándolo del bolsillo y enseñándomelo-, aquí está.

-¿Y qué pasa? ¿Lo tienes sin batería?

-No señor, está a tope de batería; un 98% tiene.

-¿Y no estás en grupos de WhatsApp? -le pregunté entornando los ojos, evaluándolo con la mirada.

-Sí, tengo muchos…

Abrió la aplicación y deslizando su dedito me mostró varios chats con nombres como: amigachos, chichinabo, si eres mi novia no mires… No daba crédito: tenía muchos grupos desatendidos.

-¿Y qué haces que no estás participando en esos chats mientras andas? -le dije poniéndole mi mano en su nuca, haciéndole la mano humillante.

No supo qué contestar, se limitó a encogerse de hombros.

-¿Y el Pokémon Go? ¿Te lo has descargado?

-Sí.

-Pues a la vez tienes que ir jugando. ¡Joder!

Se marchó con la cabeza gacha, con la mirada fija en la pantalla.

-¡Una última cosa! –le grité- ¡Nada de levantar la mirada para cruzar la calle!

Así somos los héroes anónimos. De nada.

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