Cartas al director

La libertad de opinión

Puede parecer que somos un país moderno y civilizado, y en cierta manera de eso no cabe duda. Tenemos un sistema de sanidad inigualable, uno de los mejores del mundo; la educación, aunque a veces se ponga en duda, es accesible a toda la población; la seguridad es muy alta aunque en ocasiones haya incidentes, lo que es inevitable. Pero hay algo que no nos queda muy claro: que la libertad de opinión es un derecho fundamental. Nadie debe ser criticado por tener distinta opinión respecto a un tema; pero aquí, en cuanto te pronuncias sobre algo, los que no piensan igual ya te están esperando con es...

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Puede parecer que somos un país moderno y civilizado, y en cierta manera de eso no cabe duda. Tenemos un sistema de sanidad inigualable, uno de los mejores del mundo; la educación, aunque a veces se ponga en duda, es accesible a toda la población; la seguridad es muy alta aunque en ocasiones haya incidentes, lo que es inevitable. Pero hay algo que no nos queda muy claro: que la libertad de opinión es un derecho fundamental. Nadie debe ser criticado por tener distinta opinión respecto a un tema; pero aquí, en cuanto te pronuncias sobre algo, los que no piensan igual ya te están esperando con espadas para criticarte. Tendremos muchas cosas buenas, pero no destacamos en educación. Ni siquiera los políticos son capaces de controlar ese impulso de decir lo primero que se les pasa por la cabeza sin pensar en las consecuencias. Por desgracia, que una idea debe ser respetada aunque no la compartas es algo que en España no termina de calar en ciertos sectores de la población.— Alejandro Sánchez Montes. Alcorcón (Madrid).

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