Acomplejados

Estamos los españoles, aunque cada vez menos, tan acomplejados, que no acabamos de creernos que alguien, y mucho menos un rival histórico tan potente como Inglaterra, lo haga peor. Algo huele a chamusquina.

Todo empezó con el Brexit, que ha llevado democráticamente a los habitantes de Reino Unido a las tinieblas exteriores, que en este caso son interiores. Habría que acordar con los estadísticos que es verdad la afirmación de que el número de tontos por metro cuadrado está uniformemente repartido por todo el mundo. Los más analfabetos, palurdos, entre los británicos, han ganado...

Estamos los españoles, aunque cada vez menos, tan acomplejados, que no acabamos de creernos que alguien, y mucho menos un rival histórico tan potente como Inglaterra, lo haga peor. Algo huele a chamusquina.

Todo empezó con el Brexit, que ha llevado democráticamente a los habitantes de Reino Unido a las tinieblas exteriores, que en este caso son interiores. Habría que acordar con los estadísticos que es verdad la afirmación de que el número de tontos por metro cuadrado está uniformemente repartido por todo el mundo. Los más analfabetos, palurdos, entre los británicos, han ganado una consulta que no tenía realmente ninguna duda para nadie con dos dedos de frente. Aquí solo les ha celebrado algún club selecto de nacionalistas descerebrados que se han animado viendo a Escocia anunciar su deseo de independencia. Naturalmente, me refiero a nacionalistas españoles, aunque quizá en las Ramblas se haya visto algún espécimen autóctono festejarlo.

Pero el castigo no se ha hecho esperar: la selección inglesa de fútbol ha caído eliminada, peor aún, humillada por la de Islandia, de la Eurocopa. ¿Se imagina alguien en España algo peor que eso? Aquí suena a catástrofe haber sido eliminados por Italia. ¡Cuánto habrían pagado los aficionados ingleses por recibir una paliza a pies de los italianos en lugar de los islandeses, que ya les hicieron un buen roto con su negativa a aceptar las leyes de la City!

Los ingleses aguantan algunas cosas tan duras como esas sin que se haga añicos su mundo.

Pero no nos deprimamos: nosotros aguantamos también lo nuestro. Por ejemplo, unos resultados electorales como los que hemos conseguido entre todos el pasado día 26 de junio.

En Madrid y en Valencia se ha demostrado con largueza que la corrupción política tiene en España un buen premio. El Partido Popular, que ha acogido en su seno a una partida de corruptos sin cuento, a los que no ha castigado ni siquiera políticamente, no solo ha salido indemne, sino que ha crecido en votos de una manera muy sensible.

¿Habrían soportado los británicos saber de sí mismos que eran de esa manera? Creo que no, francamente. Nosotros habríamos tenido suicidios en las familias de haber perdido contra Islandia, pero aguantamos el tipo, como auténticos señores y señoras, ante la demostración de que la corrupción anida en nuestros corazones.

De lo demás, que afecta a la forma de ser de nuestros compatriotas, casi no hay que hablar. Pero ha quedado muy claro estos días que hay cosas por las que un español no pasa. Que lo vayan aprendiendo en Inglaterra.