Editorial

Combatir el odio en la Red

El pacto entre la Comisión Europea y las grandes empresas tecnológicas permitira perseguir la propaganda terrorista

Logotipo de Microsoft, una de las empresas firmantes del pacto para erradicar el odio. AP / Michel Eulen

El compromiso firmado por la Comisión Europea y las grandes empresas tecnológicas para evitar la propagación del odio es una oportunidad de combatir a los grupos terroristas en uno de sus campos de actuación más eficaces: las redes sociales. Las plataformas digitales se han convertido en un poderoso instrumento de radicalización, propaganda y captación de yihadistas. Erradicar los mensajes y vídeos que circulan por Internet alimentando la violencia es una tarea inaplazable.

Los atentados de París y Bruselas y el uso cada vez más extendido de los medios online para reclutar a jó...

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El compromiso firmado por la Comisión Europea y las grandes empresas tecnológicas para evitar la propagación del odio es una oportunidad de combatir a los grupos terroristas en uno de sus campos de actuación más eficaces: las redes sociales. Las plataformas digitales se han convertido en un poderoso instrumento de radicalización, propaganda y captación de yihadistas. Erradicar los mensajes y vídeos que circulan por Internet alimentando la violencia es una tarea inaplazable.

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Los atentados de París y Bruselas y el uso cada vez más extendido de los medios online para reclutar a jóvenes terroristas han puesto de manifiesto que es urgente actuar. Para responder a este desafío, Google, Facebook, Twitter y Microsoft se han adherido a un código de conducta planteado por la Comisión, cuyo objetivo fundamental es luchar contra la incitación al odio, la xenofobia y la discriminación, pero también garantizar que Internet siga siendo un lugar de expresión libre y democrática en el que las normas y los valores europeos se respeten, como bien ha destacado la comisaria de Justicia, Vera Jourová. Fruto de este acuerdo, las cuatro multinacionales se comprometen a actuar con diligencia y a retirar o deshabilitar en un plazo máximo de 24 horas el acceso a aquellos contenidos que irradien conductas intolerantes o discriminatorias.

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Para llevar a cabo el ambicioso pacto es precisa la colaboración de los ciudadanos y de los cuerpos y fuerzas de seguridad de los Estados. Pero ante todo, que los gigantes de la Red asuman su responsabilidad y pongan todos los medios técnicos a su alcance —que son muchos— para aplicar procedimientos claros y eficaces a la hora de examinar la notificación de mensajes delictivos y eliminarlos sin dilación. Solo así se podrá acabar con la retórica del odio.

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