Ridruejo por Dávila

No fue un gran pensador político, pero sí un gran publicista, y referente indiscutible de la oposición a Franco

Dionisio Ridruejo.

Hace ya cuarenta y un años que murió Dionisio Ridruejo, pero su figura se niega a desaparecer. No fue, ni mucho menos, un gran pensador político, pero fue indiscutiblemente un gran publicista, y se convirtió en un referente indiscutible de la oposición a Franco, del que en un tiempo fue amigo.

Jordi Amat acaba de sacar un libro con el que ha ganado el Premio Comillas, sobre el contubernio de Munich (Tusquets, 2016). El libro habla de aquellas reuniones como si hubieran sido una transición fallida. Su documentación es espléndida como lo es en general toda la construcción del libro. Por s...

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Hace ya cuarenta y un años que murió Dionisio Ridruejo, pero su figura se niega a desaparecer. No fue, ni mucho menos, un gran pensador político, pero fue indiscutiblemente un gran publicista, y se convirtió en un referente indiscutible de la oposición a Franco, del que en un tiempo fue amigo.

Jordi Amat acaba de sacar un libro con el que ha ganado el Premio Comillas, sobre el contubernio de Munich (Tusquets, 2016). El libro habla de aquellas reuniones como si hubieran sido una transición fallida. Su documentación es espléndida como lo es en general toda la construcción del libro. Por supuesto, gira en torno a Dionisio Ridruejo, responsable intelectual de aquello.

Creo que es abusivo decir lo de la transición, porque Munich me parece a mi más el final de algo que el principio de otra cosa. Allí mueren todos los partidos de derecha en la República, empezando por la CEDA de Gil Robles. En Munich no estuvo el PCE, que jugó un papel decisivo en la Transición de verdad. De todas maneras, el trabajo de Amat es imprescindible.

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Ridruejo se nos aparece constantemente. A mi, ahora que los tiempos de memoria vuelven al ayuntamiento de Madrid, me han vuelto porque he pasado por una calle que se llama Sancho Dávila, al lado de la plaza de toros de Las Ventas. Dávila era primo de José Antonio Primo de Rivera, y un asesino en la posguerra muy reconocido. Un chulo que participó en la paliza y emplumamiento de Miguel de Molina, que precedió a su vergonzosa expulsión de España. Sevilla, que tantos hombres y mujeres maravillosos ha dado a la historia, nos dio a Sancho Dávila y al Algabeño, dos chulos, fascistas y malas personas.

Y pensé que Ridruejo, que empezó siendo un fascista, acabó siendo una persona decente y un escritor notable en la poesía de la época y la memorialística de la Guerra Civil. Pensé, digo, que por qué no tiene calle en Madrid y sí la tiene todavía el primo de José Antonio al que le quitaron justamente su avenida.

Ridruejo fue una víctima incruenta de Franco. Y ahora lo es de una política de memoria inocua, que intenta no ofender a nadie. Y eso es imposible.

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