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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Elogio de la empatía

Por Belén de la Banda, periodista

Mejor que criticarnos, apoyémonos unos en el hombro de otros. Imagen de B. de la Banda.

Me preocupan esas críticas que se hacen a quienes atienden a refugiados o migrantes, en un momento en que Europa hace gala de su falta de compromiso con los derechos humanos. Hace un par de semanas asistí a un acto donde se repitió, una vez más, una escena a la que, con ligerísimas variantes, he asistido muchas otras veces. A los participantes en la mesa redonda, que venían de hacer y contar un trabajo profesional encomiable para dar a conocer un problema que ocurre en otro país del mundo, uno de los asistentes les animó a dejar de preocuparse por lo que pasa por ahí y hacerlo sobre causas más cercanas. Lo mismo he escuchado muchas veces en otros foros, y muchas veces en los medios de comunicación: 'lo que tendríais que hacer, en lugar de esto, es esto otro...'

Afortunadamente para mí, vivo desde hace muchos años en contacto con personas dedicadas de formas variadas a distintas causas sociales, locales, nacionales, e internacionales. En un enorme porcentaje, esas personas que se sienten con legitimidad para recriminar a otras por las causas que eligen para solidarizarse, carecen de causa propia, a pesar de que aparentan tener en ese preciso instante las ideas muy claras sobre cuál sería la causa que se debería impulsar si en algún momento se animaran a moverse por alguna. Afortunadamente para todos, que alguien cuestione tu causa -o una de ellas- en un acto público difícilmente podrá disuadirte de permanecer fiel a ella, antes al contrario. Todas las personas que conozco, y son muchas, con un nivel alto de compromiso, lo tienen porque han vivido desde sus entrañas una llamada, un golpe, una mirada a los ojos, un dolor, una duda, que no les ha dejado dormir hasta que han encontrado su forma de comprometerse para ser parte de la solución y no del problema. Y a pesar de la dureza que supone muchas veces el compromiso, raramente abandonan. La causa les ha mirado a los ojos, y ha llegado al fondo de lo que son.

Casi lo primero que trae la causa, cualquier causa, por personal o familiar que sea, es un montón de relaciones e interrelaciones que obligan a plantearse muchas de nuestras ideas previas sobre cómo está organizado nuestro mundo, qué está fallando y, en definitiva, qué hay que hacer para cambiarlo. Pienso en organizaciones internacionales que tienen que volverse a mirar qué está pasando dentro de muchos países europeos, o en pequeñas organizaciones solidarias con pacientes de patologías concretas que ven que, sin cambios importantes en el sistema sanitario, no será posible ayudar. Es raro el ámbito en el que la solidaridad sincera no lleve a cuestionar situaciones e interesarse por lo que hay detrás.

Las personas y grupos comprometidos suelen ser capaces de mucha más autocrítica de la que reciben de fuera. Y también mucho más capaces de empatía con otras necesidades, con otros problemas, con otras causas diferentes de las que les mueven personalmente. En el análisis de los problemas y los enfoques que hacen las personas de a pie, y los grupos sociales movilizados, hay muchos elementos que son de utilidad para otras causas. Y siempre que nos permitimos el encuentro y el intercambio, nuestras causas se refuerzan, y aprendemos de forma cruzada.

Las opiniones son libres, y seguro que hay muchas causas mejores que las que hacemos nuestras algunos de nosotros. Dejémonos contagiar por la empatía, la primera palanca para el compromiso y para el cambio real. Porque entre las personas dispuestas a hacer el bien, la colaboración siempre es una herramienta más útil que la competencia.

Comentarios

Hay que poner freno a esta situación y tener en cuenta los derechos humanos, de los que parece que muchos se olvidan.
Hay que poner freno a esta situación y tener en cuenta los derechos humanos, de los que parece que muchos se olvidan.
Hay que poner freno a esta situación y tener en cuenta los derechos humanos, de los que parece que muchos se olvidan.

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